El autor dará a conocer dos títulos en un solo ejemplar publicado por Planeta, anuncia a La Jornada
Martes 7 de agosto de 2018, p. 5
El escritor Paco Ignacio Taibo II sabe la cifra de libros que ha publicado: 80 y tiene otros 10 proyectos que esperan juntar las páginas necesarias, la historia bien contada, de algo que vivió o imaginó, como ocurre con un nuevo título, que es dos en uno: La libertad, la bicicleta y El olor de las magnolias, publicados por Planeta en un solo ejemplar. El primero es un ‘‘reportaje narrativo” y el segundo una novela.
Con ambos salda dos deudas: la primera con su padre, Paco Ignacio Taibo I, al rendirle un pequeño homenaje y la segunda con una novela que tardó dos décadas en terminar.
El olor de las magnolias narra la historia de un grupo de campesinos italianos, que no lo eran y fueron traídos a Veracruz como parte de la política de Porfirio Díaz para contener los movimientos indígenas. La narración ocurre en distintos planos temporales y el misterio de por qué Luca, el personaje principal, decide volver a Nápoles al final de sus días.
En La libertad, la bicicleta, Taibo II reconstruye el paso de su padre como cronista de ciclismo y el misterio de por qué un hombre que nada sabía de ese deporte logró entrar en ese mundo.
‘‘Para mí era un gran misterio’’, dice el escritor en entrevista con La Jornada. Recordaba cómo cuando tenía seis, siete, ocho años ‘‘me despertaba a las dos de la madrugada y lo veía llegar todo demacrado, sudado, tostado por el Sol después de cubrir una vuelta ciclista. Tenía las historias que nos contó y nos contamos de su vida como periodista.
‘‘La historia que cuento es la de un joven periodista, hijo de perseguidos políticos por el franquismo, condenados a muerte, mi abuelo y mi tío abuelo, casado con una muchacha proletaria cuyo padre había muerto durante la guerra contrabandeando armas para el Ejército Republicano, y por qué demonios decide ser periodista en el franquismo, donde no podías hacer nada, vivías bajo censura absoluta, y es que su amor por el periodismo desde niño lo llevaba a decir: ‘bueno, peor es nada’. Pero era medio loco.”
Un accidente cerró el capítulo de Paco Ignacio Taibo I y jamás volvió a hablar de ciclismo, pero en estas páginas Paco Ignacio Taibo II da también algunas claves de por qué entró él mismo en el mundo de la literatura: niño enfermizo que leía desde los cinco años, decidió que quería ser escritor.
La memoria es extraña: rescata pedacería
–¿Cuál fue la gran enseñanza de su padre?
–Mi padre y mi tío una vez, juntos además porque cuando pontificaban se ponían de acuerdo los desdichados, me largaron un rollo que creo recordar fue en nuestros primeros años en México; debe haber sido a principios de los 60 del siglo pasado: era un rollo sobre el escribir y lo tenían los desdichados muy elaborado. Decían: ‘la palabra escrita es la voz de los mudos, la vista de los ciegos y el oído de los sordos’.
‘‘Yo decía: ‘no me echen ese pinche peso encima de la espalda, sólo quiero escribir cuentitos de hadas’. Había escrito mi primer cuento por entonces, que se perdió; se titulaba Julio y las trompetas. Sólo recuerdo el título y que se los leí a mi tío y a mis padres el día en que mataron a Kennedy. La memoria es extraña: rescata pedacería”.
Esa es una enseñanza inolvidable, pues ‘‘por más que creas en soledad, por más que el oficio de escritor implique un trabajo crítico y autocrítico viviendo frente a la máquina, enfrentándola, discutiendo con lo que escribes, existe un momento en el que dices: ‘¿para quién escribo?’ Y aparecen esos misteriosos seres que son los lectores y entonces dices: ‘¿esto que estoy escribiendo los emociona?, ¿los motiva?, ¿transmite la historia que quiero contar?, ¿no lo hace?’ Entonces trabajas en función de estos misteriosos seres, a veces haciendo concesiones, otras sin hacerlo, diciendo: ‘Ni modo este libro no le va a gustar a muchos, pero ni modo’.
‘‘En esta etapa de mi vida escribo lo que quiero desde hace mucho tiempo y voy a seguir escribiendo así; no firmo contrato por adelantado, no acepto adelantos de dinero de las editoriales para que no me obliguen a trabajar a fechas fijas o con temas que no me calientan.”
Y otro recuerdo de cuando su padre le preguntó qué deseaba ser en la vida. ‘‘Le contesté: saxofonista, trapecista o bombero. Muchos años después, cuando lo llevaba al parque México en silla de ruedas, cuando ya estaba muy enfermo, en los últimos años de su vida, me volvió a preguntar en seco: ‘¿Qué quieres hacer en tu vida?’ Le dije: ‘padre tengo 55 o 60 años en aquel momento, ya soy’. Respondió con la misma pregunta y le dije: ‘A ver, déjame ver: quiero ser saxofonista, bombero y trapecista; pero fumando como fumo ya no puedo ser saxofonista, bombero ya es tarde para mi capacidad y habilidades físicas y karateca, pues parece que no es mi rollo, entonces me quedó escritor y ya sé por qué: porque si eres escritor puede ser saxofonista, karateka, bombero, etcétera. Era un sabio el jefe cuando jugaba con estas cosas y bueno, infancia es destino, como diría Santiago Ramírez”.
La libertad, la bicicleta y El olor de las magnolias será presentado como parte de las actividades de la Brigada para Leer en Libertad que se efectuará en la Alameda Central del 17 al 26 de agosto.