l gobierno actual gastó cuatro veces más para evaluación que para formación de los docentes; la campaña mediática de desprestigio que presentó a las oposiciones magisteriales como un sector negativo a evaluarse y profesionalizarse fue más costosa que los programas de capacitación del magisterio. De inicio, los autores intelectuales de la reforma educativa vieron que la evaluación y la formación contenían los medios esenciales para que, además de crear una subjetividad docente que se apropiara del discurso y las prácticas pertinentes al proceso de acumulación de sus empresas, les abriera campos de oportunidad para detonar la economía cognitiva, siguiendo el ejemplo estadunidense donde se obtienen más ganancias por la industria de los exámenes estandarizados que por las entradas a las salas de cine.
El bajo presupuesto para la formación docente no ha limitado el desarrollo de un mercado prominente. La vieja carrera magisterial, siendo opcional, no garantizaba la interiorización universal de la pedagogía de la rentabilidad basada en competencias, la formación de maestros representó una carga logística y presupuestal para el Estado; en cambio, el nuevo servicio profesional docente es obligatorio, transfiere dinero público a los particulares para que se hagan cargo de una parte de la capacitación y de manera paralela dinamiza el mercado privado de la formación, impulsado por el temor a las consecuencias de la evaluación y por una nueva moda pedagógica que sustituye las competencias por los aprendizajes clave. Esta moda y las distintas etapas de la evaluación alimentan la producción industrial de libros, materiales didácticos, cursos, asesorías, conferencias y prediseños de clubes que harán de falsa autonomía curricular, de modo que al maestro no se le forme para que se apropie de su materia de trabajo y desborde sus capacidades creativas, sino que se le prepara para el consumo desmedido de mercancías cognitivas hechas externamente a sus vivencias cotidianas en el contexto escolar para asimilar el lenguaje de la segunda homogeneización cultural del capital (la primera fue la colonización europea).
Frente a estos procesos de mercantilización e industrialización de la evaluación y la formación, de interiorización docente de los valores educativos neoliberales, de capacitación para promover la estandarización o segunda homogeneización de la cultura capitalista, las disidencias magisteriales están respondiendo con trayectos formativos que avanzan en lógicas opuestas. Por estas semanas de receso escolar, desde hace 13 años se desarrolla la Guelaguetza Magisterial y Popular, organizada por la Sección 22 para desprivatizar, desmercantilizar y arrancar de las élites neocoloniales lo que en realidad es una manifestación solidaria de las clases subalternas y de las cosmovisiones de los pueblos comunales de Oaxaca; también se dan cita, en la Primera Comunidad Pedagógica Estatal, cientos de maestros disidentes de Chiapas para compartir sus experiencias alternativas emancipadoras y para consolidar un proyecto de educación propia.
En Morelia, la sección XVIII-CNTE realizó el décimo quinto Taller del Educador Popular, que en algunos años albergó hasta 6 mil participantes, quizás es el espacio regional de confluencia de los educadores populares más grande de América Latina. Mediante conferencias, mesas de trabajo y talleres específicos se analizan los contextos glocales
de las reformas educativas; se aprenden las pedagogías críticas y del sur, entendido como locación geográfica para construir los saberes pluriversales de los pueblos oprimidos del mundo; se apropian de las herramientas para la implementación de una economía endógena, solidaria y de la sustentabilidad ambiental desde la escuela; se aprenden los conocimientos teóricos necesarios para la planeación escolar en la comunidad; se desarrollan habilidades para la educación lúdica, deportiva, artística y cultural, demeritada por la reforma tecnocrática.
La síntesis histórica de 15 talleres del educador popular, de cuatro congresos pedagógicos, dos décadas intercambiando experiencias regionales y latinoamericanas, es el Programa Democrático de Educación y Cultura para el estado de Michoacán (PDECEM), un modelo que vincula el proyecto escolar-comunitario con la edificación del proyecto nacional para la soberanía popular y el buen vivir, donde los docentes han sistematizado libros de texto propios para todos los grados de educación básica y diseñado formas de evaluación alternativa.
El PDECEM pasa por 4 mil 500 escuelas de Michoacán. Para seguirlo impulsando, así como apropiarse de sus principios y metodología, los docentes en desobediencia no asistirán a la capacitación para el nuevo modelo educativo que la SEP convocó del 6 al 10 de agosto, en su lugar replicarán 22 talleres regionales del educador popular, tampoco irán a las reuniones oficiales de consejo técnico escolar de inicios de ciclo ni a las planificadas cada mes en el año lectivo; cada zona escolar dará vida a la célula orgánica del movimiento pedagógico mediante los colectivos de planeación alternativa.
Rutas similares de desacato al calendario de capacitaciones de la SEP, de autoconstrucción de subjetividades docentes decoloniales, críticas, autónomas y rebeldes, que se niegan a un tipo de formación para el consumo de mercancías cognitivas y para ser forjadores de sujetos útiles a las transformaciones del capitalismo, se constituyen en los diferentes contingentes de la CNTE y de múltiples colectivos magisteriales democráticos con el firme propósito de cancelar el nuevo modelo educativo por la vía de la implementación de propuestas creadas con la inteligencia colectiva e insumisa de los maestros.
* Doctor en pedagogía crítica