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Contrastan el sacrificio humano y la conversión entre Europa y el Nuevo Mundo

Impugnan académicos la historia escrita por los vencedores; ‘‘el salvajismo americano’’, metáfora de ‘‘la barbarie’’ del viejo continente

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▲ Imagen de un sacrificio humano tomada del Códice Florentino, tomo 1, libro 4, folio 25, cortesía de Firenze, Biblioteca Medicea Laurenziana, Ms. Med. Palat. 218, c. 268r por concesión del MiBACTFoto
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Jueves 2 de agosto de 2018, p. 3

Florencia

La historia de la conquista y colonización de los pueblos de América, escrita por los vencedores y vigente durante siglos, es impugnada por varios académicos que desarrollan la iniciativa intercultural Sacrificio y conversión entre Europa y el Nuevo Mundo, auspiciada por la Villa I Tatti de Italia y la Universidad de Harvard, coordinada por Alina Payne.

Una publicación, adelanta en entrevista con La Jornada el investigador Thomas Gruber, reunirá los ensayos de los participantes. La finalidad del proyecto consiste en describir cómo ‘‘el salvajismo americano’’ fungió como metáfora de ‘‘la barbarie’’ en el viejo continente.

La imagen de la conquista de los pueblos americanos conocida en el viejo continente muestra cómo culturas avanzadas fueron liquidadas por los europeos, ‘‘como pueblos bárbaros, caníbales, devoradores de niños y ávidos de sangre’’.

Participación de una investigadora de la UNAM

La Villa I Tatti, ubicada en Fiesole en las colinas de Florencia, es una herencia de Bernard Berenson (1865–1959), crítico de arte y experto en arte renacentista, quien sin embargo –y pocos lo saben– se interesó por las culturas del Mediterráneo, en particular las del mundo árabe. Así lo afirma Gruber, asistente de Payne en Sacrificio y conversión...

‘‘Berenson –prosigue Gruber– tuvo una visión geográfica amplia del Renacimiento y fue pionero en el enfoque geográfico expansivo del mundo moderno temprano, con el que la Villa I Tatti está comprometida hoy.”

Maria Berbara, profesora de la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, organizadora como Gruber, y también conferencista de esa iniciativa, explica a La Jornada que ‘‘el logro mayor en este encuentro de estudios es haber unido la academia renacentista a la colonial, que hasta ahora habían estado divorciadas’’. De modo significativo, añade, ‘‘se ha hecho en uno de los mayores centros de estudios renacentistas del mundo. Es imposible concebir la evangelización sin el bagaje cultural de la tradición clásica que llevaron consigo los frailes a América, cuando en Europa se vivía una terrible crisis religiosa derivada del movimiento de Reforma protestante”.

Emilie Carreón Blaine, integrante del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), alude a la imposición de convenciones plásticas europeas para mostrar el cuerpo humano sacrificado. ‘‘Las imágenes del sacrificio contenidas en el Códice Florentino (1569) y la Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, de Diego Durán (ca. 1581) –advierte Carreón–, son posteriores a la llegada de los españoles en 1521. Para obtener una visión fidedigna del sacrificio humano entre las culturas prehispánicas, debe mirarse la producción artística anterior. En el México antiguo la sangre del cuerpo sacrificado y desmembrado (el cráneo y el corazón) se mostraba ‘seca’, de forma abstracta. Era una manera más sutil de figurar la violencia. El sacrificio por extracción de corazón se representaba utilizando el glifo sangre/corazón.

‘‘Al llegar los europeos necesitaron remarcar la barbarie de los indígenas y exaltar la violencia del acto sacrificial para erradicar sus prácticas idólatras y fomentar la evangelización. Los frailes impulsaron una visión sanguinaria y ‘mojada’ del rito para despertar terror en Europa y justificar la conquista y la evangelización con medios plásticos que le dieran sentido. La sangre se representó de forma naturalista, modificándose su recepción.’’

Exitosa evangelización

En la Colonia, refiere Maria Berbara: ‘‘La conversión al cristianismo en las Américas fue un éxito rotundo. Prácticamente todo el continente fue colonizado y la religión jugó un papel determinante. Para ello se crearon puentes retóricos y visuales entre el universo europeo y americano y viceversa.

‘‘Por otra parte, las imágenes de indígenas que se enviaban a Europa los mostraban como bárbaros y sirvieron para impactar al continente. Durante los siglos XVI y XVII, Europa fue inundada por imágenes sangrientas de prácticas rituales y sociales americanas que demonizaban a las poblaciones.

‘‘La lengua contribuyó también a la demonización de los indígenas. La misma palabra ‘sacrificio’ fue empleada aleatoriamente por los cronistas.

‘‘Hans Staden se refería al canibalismo ritual tupinambá como ‘sacrificio’, se negaba a admitir que practicaban una religión. La definían de idolatría, no de religión.

‘‘Hemos querido estudiar la parte del ‘otro’ dentro de Europa, donde la segunda mitad del siglo XVI fue de lo más violento. Millones de personas perdieron la vida de modo terrible: masacres, violaciones, sitios y batallas trabadas en nombre de la religión. En ese escenario se crearon imágenes que parangonaban a católicos y protestantes con la ‘barbarie’ de las poblaciones americanas.El ‘salvajismo’ americano fungió de metáfora del europeo, como reconocimiento de la alteridad.

‘‘Reconstruir la versión de los vencidos en las culturas andinas o mesoamericanas es factible gracias al enorme legado arqueológico, literario y artístico. Sin embargo, es muy difícil hacerlo cuando, por ejemplo, hablamos de los tupis de la costa de Brasil, de quienes apenas sobrevivieron muy pocos objetos. Prácticamente todo lo que se sabe sobre los tupinambás fue difundido por los europeos. Tratar la historia de esas sociedades a partir de ellas mismas y no de la mediación europea es una importantísima reivindicación no sólo académica, sino de los propios supervivientes históricos de ese larguísimo proceso pero aún estamos a años luz de conseguirlo.’’

La publicación incluirá ensayos de Tom Cummins, Patrick Hajovsky, Carmen Fernández Salvador, Margit Kern, Patricia Zalmeja Fajardo, Jens Baumgarten, Philippe Canguilhem, Adam Jasienski, Anselm Schubert y Byron Hamann.