o tengo conmigo archivo. Sólo recuerdos. Vienen desde la neblina del ayer, según el feliz título de un libro de Leonardo Padura.
El 4 de julio de 1988 –30 años ya– regresábamos de la última gira de la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Las elecciones serían el 6 de julio, dos días después. Andábamos aún por Michoacán y hubo que acelerar el regreso a Ciudad de México: habían asesinado a Ovando y Gil, los dos compañeros expertos encargados de controlar los resultados de la elección presidencial de dos días después, el 6 de julio de 1988.
Era secretario de Gobernación el licenciado Manuel Bartlett, era presidente Miguel de la Madrid y el candidato presidencial del PRI era Carlos Salinas de Gortari.
El 6 de julio tuvo lugar la elección presidencial. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tuvo mayoría de votos aquel día. Cuando los resultados favorables llegaban desde todo el país, la Secretaría de Gobernación –Manuel Bartlett– anunció que se había caído el sistema
.
Esa noche fuimos a la Secretaría de Gobernación, en las calles de Bucareli. Encabezaban el inolvidable Maquío (PAN), Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra (PRT). Nosotros –muchos nosotros– los acompañábamos y entramos a Bucareli. Ellos fueron recibidos por Manuel Bartlett, secretario de Gobernación, quien les dijo que, en efecto, se había caído el sistema
y se restablecería.
En el conteo
posterior aparecieron votos inexistentes, bolsas de papeletas tiradas en los campos y los ríos, un fraude descomunal según el cual resultaba presidente
el licenciado Carlos Salinas de Gortari.
El Presidente y su secretario de Gobernación le robaron al pueblo mexicano la elección presidencial del 6 de julio de 1988.
* * *
Para medir la dimensión del robo había que medir la dimensión de la esperanza. Con un grupo de profesores y estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la UAM-X (Rhina Roux, Gerardo Ávila, Felipe Ávila Espinosa y Dagoberto Vargas Méndez) preparamos en aquellos días un libro titulado Cartas a Cuauhtémoc Cárdenas (Adolfo Gilly, coordinador), México, 1989, Ediciones Era, 270 pp.
Eran propuestas, peticiones, esperanzas, advertencias: un pueblo entero se volcó en esos días para cambiar la vida y el país, y lo despojaron de su triunfo.
Una carta manuscrita recibida en plena campaña entre muchas otras similares decía:
30 de junio de 1988
Señor Cárdenas
en sus manos pongo mi situación nosotras las mujeres semos muy maltratadas por el esposo y nos corre o quiere matar los hijos mucho mal corriéndolos y queriendo matarlos yo pido solución a este problema y también en nuestra colonia no ay drenaje ni pabimento ni serbisio público.
pido solución.
Gracias por escucharme
señor Cárdenas
Otra:
Jalisco, 12 junio 1988
No nos abandone, Ing. Cárdenas, los desprotegidos tenemos fe en usted. No nos deje en manos de políticos y servidores públicos que venden la ley. Narcotraficantes que siembran el terror y comerciantes voraces.
* * *
Son estas cartas testimonio de lo que votó y ganó hace 30 años el pueblo de este país y de cuánto le fue robado cuando Miguel de la Madrid era presidente y Carlos Salinas de Gortari candidato del PRI.
El licenciado Manuel Bartlett debe una información y una explicación detallada a este país que, 30 años después, ha vuelto a repetir aquella hazaña este primero de julio, ahora multiplicada por la larga espera y la victoria arrasadora.
De sus mandantes de entonces, todo nos deben y nada esperamos.
La historia no los absolverá.