n uno de sus tuits, el presidente estadunidense, Donald Trump, intentó utilizar ayer al editor de The New York Times, Arthur Gregg Sulzberger –con quien sostuvo un encuentro en días pasados– al insinuar que el jefe editorial del rotativo neoyorquino estaba de acuerdo con su opinión paranoica acerca de los medios informativos, a los que ha descrito en conjunto como el enemigo del pueblo
.
Pocas horas después, en un comunicado, el periodista aclaró que en el encuentro le advirtió al jefe de Estado que sus crecientes ataques a los medios son divisionistas, peligrosos y dañinos, y su discurso incendiario
está provocando un incremento en las amenazas a los periodistas que podría derivar en agresiones violentas.
Este desmentido, enésima confirmación de la manera inescrupulosa en la que Trump maneja sus relaciones públicas, es un episodio más en la cruzada que el presidente republicano ha emprendido en contra de los informadores.
La semana pasada ordenó que se prohibiera el acceso a una conferencia de prensa en la Casa Blanca a la reportera de la cadena CNN Kaitlan Collins, porque previamente había formulado preguntas inapropiadas
, en un hecho que indignó a la comunidad periodística de Washington.
En un comunicado, la Asociación de Corresponsales de la Cssa Blanca dijo que ese veto era absolutamente inapropiado, erróneo y pusilánime
.
Lo cierto es que las embestidas del mandatario hacia los medios han llegado a un grado de descalificación total, como cuando el martes anterior, en un discurso pronunciado en la ciudad de Kansas, en la convención anual de los veteranos de guerra, afirmó: lo que estás viendo y lo que estás leyendo no es lo que está sucediendo
, y pidió a los ciudadanos que no crean en la mierda de las noticias falsas
.
En suma, en su ataque frontal a los medios informativos y al periodismo en general, Donald Trump muestra la contundencia de su autoritarismo, su intolerancia y su espíritu antidemocrático.
Cabe esperar que la sociedad estadunidense, en lugar de seguir las arengas presidenciales cuya finalidad es generar un ambiente de linchamiento en contra de la información independiente y crítica, sea capaz de darse cuenta del peligro que el ocupante de la Casa Blanca representa para la institucionalidad de la nación y para los derechos a la información y a la libertad de expresión.
Y ojalá que logre presionar a los contrapesos de la Presidencia para que actúen a tiempo, porque con estas expresiones, el magnate republicano se ha mostrado como un dictador en ciernes.