Miércoles 4 de julio de 2018, p. a13
Giovanni Boccaccio asumió a la mujer como algo ‘‘más real, un ser humano que puede enamorarse y tomar decisiones” en la transición de la Edad Media al Renacimiento, explica Fernando Ibarra Chávez, con motivo de la edición del libro Rimas, del autor italiano.
‘‘No es la Beatriz de Dante Alighieri, un ángel inaccesible, o de Petrarca, una Laura a la que nunca se acerca. Boccaccio despoja esta tradición italiana del aspecto salvífico, entre filosófico y teológico”, sostiene Ibarra Chávez en entrevista con La Jornada.
Con esa obra bilingüe en italiano/español se inicia una colección coeditada por Almadía y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con la finalidad de difundir ‘‘un material distinto, darle un pequeño giro que puede ser arriesgado, con textos de divulgación, pero proveniente de un conocimiento de las materias”, refiere Ibarra Chávez.
‘‘Es importante entender qué es lo que hizo Boccaccio (1313-1375). Es un autor medieval, pero está a la mitad entre la Edad Media y el Renacimiento. Para comprender el cambio literario en esta transición, hay que saber qué hizo el poeta.
‘‘También para quitarnos los lugares comunes de ‘Edad Media: oscurantismo, todo gira alrededor de Dios’. No es eso. Dante ya sabía que la Tierra es una esfera. Boccaccio sabe que la mujer no sólo es un ser al que el poeta tiene que contemplar desde un punto de vista filosófico.”
Ibarra Chávez, quien hizo la selección y algunas traducciones de este volumen a partir de las ediciones de los especialistas Antonio Lanza y Vittore Branca, menciona que las rimas de Boccaccio son poco conocidas, incluso en Italia por la falta de libros, pues existen ediciones de 1919, 1930 y 2010. Además, porque su libro El Decamerón ‘‘ha eclipsado casi por completo su obra poética y eso que él se consideraba poeta y quería ser recordado así”.
Rimas reúne ‘‘sonetos, pero hay otros textos que siguen una métrica distinta, que le sirvieron al autor para poderse expresar, pero no entran en ninguna categoría establecida de versificación, y algunos que sólo son textos narrativos en verso”.
Destaca que en ‘‘la época de Boccaccio no se podía concebir la poesía sin ritmo o sin ritma. Quien era poeta tenía la capacidad de encontrar la palabra adecuada para que ese pensamiento cuadrara y cupiera en un verso de 11 sílabas, en el caso del soneto, en 14 versos.
‘‘No se permite el verso libre, pero sí una ligera anomalía: que no haya una idea completa en un verso, sino que comience la idea en uno y siga en el sucesivo. Dante no se lo hubiera permitido, era un error en su época. Hoy se llama encabalgamiento.
‘‘Había necesidad de acercar a Boccaccio, pero desde otro punto de vista: no es sólo el autor divertido, medio irreverente, erótico. Cuando escribió El Decamerón ya había tenido toda una trayectoria literaria, que empieza en parte con estas Rimas”.