El gato Aquiles y rezos
San Jorge, San Nicolás El Milagroso y el arcángel Miguel, los más efectivos: Iglesia ortodoxa rusa
Lunes 18 de junio de 2018, p. a12
Moscú
Agradecidos con la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) por el atracón de goles que la Sbornaya regaló en el debut ante su público –exultante, un diario moscovita salió al día siguiente con el titular de Cherchesov se comió una Pizzi
–, algunos rusos se preguntan si hubo algo más para derrotar a los saudíes, aparte de que los súbditos de los dueños del petróleo del golfo Pérsico tienen una remota idea de cómo hilvanar tres pases seguidos con el balón.
Los seguidores del gato Aquiles lo atribuyen a la sagacidad del félido, convencidos de que el día que vaticine la derrota de la selección rusa será devuelto a los sótanos del museo Ermitage de San Petersburgo, si le va bien, a comer ratones y, si le va mal, lo regalarán al equipo de Corea del Sur, rival de México en la fase de grupos, dado que la tradición culinaria coreana celebra como manjar para las grandes ocasiones la carne de perro y, cuando no hay uno a la mano, la carne de gato sirve como sucedánea.
Los escépticos sostienen que, en realidad, Aquiles pronostica lo que su domador quiere, pues en el periodo de preparación para el Mundial detectaron cuál variedad de alimento para gatos era su predilecta y cuál no soporta, método infalible para poner la bandera del ganador
frente al platito correcto. Una adaptación, aseguran, de los sorteos de la Liga de Campeones de la Unión de Asociaciones Europeas de Futbol (UEFA), con las bolas frías y calientes que reflejan los deseos de los patrocinadores.
De creer a los que desenmascaran la supuesta clarividencia del gato, la vida de Aquiles no corre peligro y lo único que pende de un hilo es la chamba de su entrenador y de los miembros del comité de sabios que indican dónde poner la bandera del más probable ganador, según la lógica que en el balompié no existe.
No todos están de acuerdo con el papel protagónico del gato y, como no podía ser de otra manera, la Iglesia ortodoxa rusa reclama haber ejercido una influencia decisiva para golear a los adeptos del wahabismo, una de las corrientes más radicales del islam que predomina en Arabia Saudita.
Bendijeron los estadios
Los jerarcas ortodoxos reclaman que se reconozca que el éxito acompañará la andadura de la selección rusa por los caminos de la viña mundialista, hasta que tope con Uruguay y, en una de esas, hasta que tropiece con Egipto, y afirman que todo comenzó cuando Kiril, el Patriarca de Todas las Rusias, ordenó a sus subordinados bendecir los estadios de este Mundial.
Ni tardos ni perezosos, acudieron los popes a cada uno de los escenarios con un cubo de agua bendita. En Volgogrado, según la prensa de esa ciudad a orillas del Volga y que nació de las ruinas de Stalingrado, devastada en la Segunda Guerra Mundial, el pope Gueorgui bendijo incluso a todos los policías locales, para que su trabajo, explicó, transcurra con normalidad durante el Mundial
.
En Samara, el pope Sergui cumplió la tradición cristiana de empezar cualquier asunto noble, sobre todo si es tan importante y grandioso, con rezos dirigidos al Señor para lograr su bendición
. En otros sitios, los emisarios del patriarca Kiril no quisieron hacer declaraciones a la prensa, limitándose a cumplir su divina encomienda.
Todo vale en la guerra –y el futbol finalmente es una incruenta conflagración hasta que la policía se lleva al tambo a los borrachos que dirimen a puñetazos qué equipo es mejor–, por lo cual los popes de todas las iglesias ortodoxas recomiendan a su parroquia rezar con insistencia para pedir que gane la Sbornaya.
Afirman que, en materia de deportes, los santos más efectivos son San Jorge, patrón de Moscú, y, cuando está ocupado atendiendo peticiones, también sirven San Nicolás El Milagroso y hasta el arcángel Miguel, jefe de los guerreros celestiales.
Consultado un pope, sugiere empezar con San Jorge. Según el experto de la sotana, el mejor rezo así reza: ¡Milagroso, vencedor Jorge! Te pido, como a un santo fortalecido por la fe, no niegues a este esclavo de Dios (poner aquí el nombre de cada quien) la ayuda siguiente: creyendo en Cristo, semejante a ti dame fuerzas para vencer en las competiciones. No dejaré de ayudar al débil, pero voy a superar al fuerte. Que así sea. Amén
.
Y cuando San Jorge descansa los fines de semana, continúa el sacerdote ortodoxo, es mejor pedirle al arcángel Miguel, que está menos atareado que San Nicolás El Milagroso, al cual –además– no le gusta el futbol.
La Iglesia ortodoxa rusa, como es sabido, condena el sexo antes del matrimonio y el aborto, pero sus sermones moralistas convencen cada vez menos a los rusos, sobre todo a los mayores de 40 años, quienes con la tensión del día a día prefieren practicar el sexo visual en el Metro camino al trabajo o el sexo de la memoria, modalidad casera cuando, por la noche al volver de la chamba, ya no les quedan fuerzas para nada más que recordar, y ahora con los partidos de las nueve de la noche (hora de Moscú), pues menos.
Tras subirse a un imaginario púlpito, emergen los diputados oficialistas que les arrebatan el micrófono a los popes, sabedores de la empatía que se profesan el Kremlin y la cúpula religiosa ortodoxa, para hacer sugerencias disparatadas, pero muy apropiadas –desde su obtuso punto de mira– para su carrera política.
Tamara Pletniova, por ejemplo, recomendó a las mujeres rusas no acostarse con extranjeros durante el Mundial, en una suerte de versión postsoviética inspirada en la comedia Lisístrata, de Aristófanes. La legisladora recibió burlas de sus compatriotas que le preguntaron si acaso creía que un acostón con un foráneo con pasaporte de Estados Unidos o de la Unión Europea sería traicionar a la patria en tiempos de sanciones económicas contra Rusia.
En realidad, la preocupada diputada sólo pretendía que no se repita lo que pasó en 1957, nueve meses después del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, cuando nacieron los primeros ciudadanos de Rusia negros y mulatos, aunque ninguno con el talento del delantero italiano Mario Balotelli. Situación que se reditó, en 1980, a pesar del boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú.
Serguei Dorenko, el colega que entrevistó a Pletniova, en el histórico momento que hizo la recomendación, cerró su programa de radio con esta frase: Las mujeres modernas anhelan tener aventuras, anhelan encontrar pareja. Es un juego sin reglas
.
Tuvo que intervenir en la polémica el portavoz de Vladimir Putin, Dimitri Peskov, quien aclaró que el Kremlin no ha dado ninguna instrucción en ese sentido, que las rusas son libres de acostarse con quien quieran y que las mujeres de este país son las mejores del mundo.
A modo de síntesis, en cuanto a la necesidad de rezar para conseguir milagros y de respetar la libertad sexual en la Rusia de Putin, hágase la voluntad de Dios.