ace poco más de 17 años nació la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), por el impulso del entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, y la amplia visión pedagógica y social de Manuel Pérez Rocha, su primer rector. Desde entonces, la UACM ha sido víctima de una serie de ataques de sectores conservadores que no ven con buenos ojos un proyecto cuyos compromisos y objetivos son, a todas luces, de estricta justicia social. Esos ataques consisten en un grueso montón de infundios, falsificaciones, embustes. En unos casos han obedecido a mera ignorancia de quienes los repiten; tratándose de los que las generan, las distorsiones proceden a las claras de una completa mala fe. Ahora la UACM es una universidad muy joven y da muestras suficientes de una sólida temprana madurez, de brío y de plena capacidad de progreso.
La UACM ha podido contar, entre sus frutos ricos y plenamente representativos, con la revista Cultura Urbana, nacida ya hace 14 años. Dirige la revista desde su fundación Juan José Reyes, ensayista, periodista, editor y una presencia muy querida dentro de la literatura mexicana, porque siempre está listo para reconocer los méritos de los demás antes que los suyos. Acabo de leer dos excelentes textos suyos en Proceso sobre dos queridísimos amigos nuestros: Sergio Pitol y Carlos Monsiváis. Juan José está en el centro de estas lides desde hace ya años, como el incansable corazón del suplemento de Novedades; dirigió la revista Textual –que también él inventó– y ha publicado aquí y allá, en revistas y diarios reseñas y críticas generosas sobre un gremio difícil como es el de los escritores. Prepara un libro acerca de aquel personaje más o menos tenebroso de nuestra vida cultural y periodística y política que fue Emilio Uranga.
–He leído con gusto algunos números de Cultura Urbana. ¿Cómo va?
–Muy bien, en la medida en que se trata de una revista de una universidad que cuenta con recursos limitados. Me refiero a recursos financieros y materiales. En lo que corresponde al fondo, la colaboración de maestros de la UACM y desde luego de estudiantes da cada vez mayor vitalidad a la publicación.
En su vasta y siempre provechosa experiencia, Juan José Reyes –nacido entre libros y entre escritores, como su abuela, la pionera del género policiaco en nuestro país, la Agatha Christie mexicana, María Elvira Bermúdez, y su padre, el ensayista Salvador Reyes Nevares– ha sabido forjar un raro, por extenso, poder de convocatoria entre los autores nacionales. En las páginas de Cultura Urbana es posible encontrar colaboraciones de varios escritores de primera.
–El medio literario, como sabes muy bien, Elena, no es nada sencillo. Lo que se conoce como la vida literaria
suele estar poblada por susceptibilidades excesivas, celos y recelos, disputas abiertas o veladas pero, como sabes también, prevalece la generosidad. Pero no se trata de que la generosidad del medio, en nuestro caso, obedezca en especial al llamado que necesariamente hace el equipo de Cultura Urbana, sino que los mejores escritores del país ven con simpatía a la UACM y colaboran con ella y con su publicación. Recordemos aquí a Vicente Leñero, Jorge López Páez, Juan Gelman, Sergio González Rodríguez y Miguel Ángel Granados Chapa, o a personajes que están en plena actividad, y los poetas José Luis Rivas, Jorge Brash, Alicia García Bergua, Alberto Blanco, Tedi López Mills, Francisco Hernández, Rocío Cerón, Tanya Huntington, Mónica Nepote, Eduardo Vázquez, Josué Ramírez, o Jorge Fernández Granados, Carla Faesler y una serie de narradores, cronistas, críticos, como Ana García Bergua, Ana Clavel, Emiliano Pérez Cruz, Magali Tercero, Fabrizio Mejía, Enrique Serna, Rosa Beltrán. Francisco Hinojosa, Beatriz Espejo, José María Espinasa, Adolfo Castañón, Roberto García Bonilla. Es una lista muy amplia. Destaca en ella la valiosísima participación de integrantes del innovador profesorado de la carrera de creación literaria de nuestra universidad. Te digo sus nombres según van viniendo ahora a mi memoria: Adriana González Mateos, Adriana Jiménez, Leticia Romero Chumacero, Héctor Carreto, Adriana Azucena Rodríguez, Mónica Lavín, Teresa Dey... Otros poetas que trabajan en la UACM se han sumado a la revista, como Felipe Vázquez y Eduardo Mosches.
–Tú revista es muy bonita. Muy bien diseñada e ilustrada…
–Lo que he apuntado en cuanto a los autores de textos ha de decirse con relación a los ilustradores. Al lado de muy jóvenes artistas visuales, Cultura Urbana cuenta con la amistad y la colaboración de los consagrados. Hace poco nada menos que Vicente Rojo nos envió un espléndido material que le solicitamos, y así como el formidable Vicente han hecho lo mismo Lourdes Almeyda, Arturo Rivera, Lourdes Grobet, Alejandro Magallanes. Pienso también en un artista mazateco de poderosa imaginación: Filogonio Velasco, o en los muy buenos trabajos de Gustavo Abascal y, desde luego, en los reiterados aportes de nuestro diseñador gráfico, Juan Pablo de la Colina.
–¿Te han dado línea
, como se dice entre periodistas, alguna consigna específica?
–Nunca. Desde la primera vez que conversamos Manuel Pérez Rocha y yo quedó claro que Cultura Urbana, como las otras revistas de la UACM, sólo podía representar a nuestra universidad en cuanto gozara de plena libertad. De este modo ha pasado el tiempo: la revista es claramente una publicación abierta y crítica. Y de este modo seguirá pasando el tiempo, para emplear una expresión del gusto de José Emilio Pacheco, también colaborador y amigo nuestro. En tal sentido, muy claramente, Cultura Urbana va en el ritmo promisorio de la historia del país, según puede columbrarse en el campo de la política con la aparición de un alba limpia al fin, clara, transparente. No olvidamos aquí, Elena, lo que apuntaba don Alfonso Reyes: un país de lengua empobrecida es un país que no detiene su empobrecimiento.
Las palabras de Juan José Reyes son a la vez serias y entusiastas. Subrayo estos dos atributos, se los hago ver. Sonríe, tantito, y hace un gesto con que parece asumir lo que le digo. Apunta entonces:
–No puede hacerse una revista más que con un espíritu a la vez riguroso y alegre. Fíjate en que además, la publicación, al estar centrada en la vida de esta megaurbe, tiene que atender a las tres dimensiones temporarias: al pasado, obstinadamente vivo; al presente, de sostenida fugacidad, y al futuro, labrado con el material hirviente o aparentemente frío de los otros dos tiempos. ¿Qué es una ciudad, en gran medida, sino su pasado? La revista se preocupa sin falta de asomarse a la vida de los barrios populares y de los pueblos originarios que la habitan, ahora, en este presente que da muestra incesante de querer aniquilarlos, sin logarlo, por fortuna. Hemos tratado la vida de Milpa Alta, de Xochimilco, de La Merced, y ponemos en recirculación la mirada en especial de nuestros grandes escritores liberales, marcados por el juarismo. Todo esto caza con el material literario que solicitamos y que recibimos muy contentos de nuestros colaboradores. Los miembros del consejo editorial son dos poetas (David Huerta y Óscar González), la editora (Rowena Bali, narradora) y el propio diseñador (Juan Pablo de la Colina).
–¡Un equipo muy pequeño!
–Nos las arreglamos. No paramos todo el día. Entregamos todo a la revista, a la UACM.