Acostumbrados a vivir entre árboles de olivo, habitantes de San Juan Ixtayopan, uno de los siete pueblos originarios de Tláhuac, buscan conservar esta especie, cuya existencia es amenazada por la urbanización y la falta de agua.

Productores y autoridades delegacionales iniciaron un proyecto de reforestación del único bosque que aún se conserva a la orilla del poblado, en el que cada año, en septiembre, se cosechan aceitunas negras, gordas u ovaladas.

Conocido como parque ecológico Los Olivos, con más de cuatro hectáreas de superficie, se ha convertido en una reserva de los legendarios árboles que fueron traídos por los españoles en 1529, según los registros a que han tenido acceso los pobladores.

Se cuenta, precisaron, con 668 ejemplares, 68 de los cuales tienen casi 500 años de antigüedad.

A lo largo de 200 años fue una de las principales actividades económicas de la región, pero después se volvió competencia con España, se prohibió su producción y se ordenó la destrucción de los olivos. Se lograron conservar en Xochimilco y los de aquí, porque eran propiedad de la Iglesia, refirió el jefe delegacional de Tláhuac, Arturo Medina.

Antes estaban esparcidos por todo el poblado; no había un patio en San Juan Ixtayopan que no tuviera olivos. Todos tenían entre 10 o 20 árboles. Cuando éramos niños era costumbre venir aquí al bosque y nos subíamos a sacudir las ramas y otros recogían las aceitunas, recordó Miguel Ángel García, productor que aún conserva su huerto con 100 árboles.

Después de curarlas por tres meses con vinagre, ajo, cebolla y sal de grano, las aceitunas negras son utilizadas prácticamente en todos los platillos. En botana y en todos los guisados que se pueda, pero en especial en chile de solote. Es martajado con pollo o carne y mucha aceituna, contó Alberto Vázquez, representante de la comisaría.

Hoy día se cosecha hasta media tonelada por cada 100 árboles, pero es para consumo familiar y poca venta. Con la conservación del bosque se busca dar asesoría desde el sembrado, la producción y la comercialización, para detonar la economía, e incluso explotarlo turísticamente.

Como parte del proyecto de reforestación se inició la siembra de nuevos árboles mediante un proceso que se llama acodo, en el que se hace un corte en la rama, se envuelve con musgo hasta que sale la raíz, se lleva al vivero y se regresa cuando alcanza una altura suficiente.