En charla con La Jornada, la autora se dice preocupada por la circunstancia del país
nuestro engranaje interior
Con motivo del 80 aniversario de su natalicio, recibirá un homenaje de la UNAM y el FCE
Martes 15 de mayo de 2018, p. 6
La escritora Aline Pettersson (Ciudad de México, 1938), quien cumplió 80 años, recibirá un homenaje el 7 de junio en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (FCE).
En la organización de ese acto también participa la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con motivo de esa efeméride, en entrevista con La Jornada, Pettersson se dice preocupada por la circunstancia actual del país.
En nuestras condiciones no caben el pesimismo ni el optimismo; el término que mejor entra es realismo. Lo que veo ahora en México no es alentador y no es porque esté sumida en un agujero, pero sí veo infinidad de cosas feas a mi alrededor, desde que utilicen material inadecuado y de mala calidad en las construcciones hasta la extrema violencia cotidiana
, explica.
“Tantas cosas tan feas se juntan y hacen ¡pum!, explotan. Me duele mi país, pues por donde me asome veo cosas muy feas, veo una costumbre –ahí sí tendría que citar a Peña Nieto– en el sentido de que la corrupción es cultural.”
La poeta, narradora y ensayista rememora que desde muy pequeña se ha interesado por los temas políticos, aunque nunca los ha llevado a la creación literaria; incluso comparte que detesta la novela panfletaria.
Vivimos un momento crítico y los ciudadanos están enojados
Aline Pettersson cree que las personas dedicadas al arte y la cultura no deben mantenerse en una burbuja de cristal, ajenas a lo que ocurre en su entorno social, político y económico.
Observa en México posturas políticas absolutamente preocupantes
, con un sector minoritario que está en favor del neoliberalismo, creyendo que el dinero lo resuelve todo y siendo intolerante hacia los que menos tienen, mientras en gran parte de la sociedad hay enojo y deseo de vivir mejor.
Me preocupa lo que ocurrirá con las próximas elecciones; se me aprieta el corazón porque el país está en un momento muy álgido; los ciudadanos están muy enojados
, añade.
Tampoco hay una oferta que convenza a tantas personas. Sé por quién votaré, no tengo por qué no decirlo: por Morena, aunque tampoco es que sienta que sea el gran cambio. Veo a Napoleón Gómez Urrutia o a René Bejarano y se me encoge el corazón, lo tengo como jerga después de trapear y ya bien exprimida. Es horrible.
Las lecturas de infancia y autores como Mark Twain, Emilio Salgari y Charles Dickens, así como Juan Rulfo, son las influencias de Pettersson, quien acepta que la confluencia de géneros literarios en su persona se ha dado de manera natural, pues ninguno tiene más peso en su pluma y que los utiliza según se lo exija el tema o la idea que tiene en mente.
Las principales obsesiones o fantasmas de su literatura, añade, son de corte intimista. “Soy de vida interior. No son los grandes eventos los que toco al escribir. Escribo esos pliegues que uno tiene en el alma, y eso es lo que me interesa tratar: ese engranaje interior que nos conforma a todos los seres humanos y de qué manera nos relacionamos el uno con el otro o con el mundo que nos rodea.
Otro factor es el tiempo, el nunca explicado proceso del tiempo, pero que está presente. Para mí, más bien un tiempo dilatado que comprimido. Me interesa regodearme en ciertos momentos de los personajes de mis libros.
Ganadora de diversos premios literarios, entre ellos el Interamericano de Cultura Gabriela Mistral, que confiere la Organización de Estados Americanos (OEA), Aline Pettersson se expresa totalmente agradecida por lo que la literatura le ha brindado a su vida desde la infancia y al hacerse escritora.
Me ha dejado un sedimento de riqueza; cada lectura que me toca va acomodándose. Si mi interior es de arcilla, va creciendo las capas de ese material con la literatura que me rodea, a la que he llegado a acercarme.
Pettersson espera publicar a principios de 2019 el libro de memorias Selva oscura, con el sello del FCE. Además, trabaja otro de relatos que no son autobiográficos en el sentido de ser su vida, pero sí parten de eventos que presenció o le tocaron de cerca y le parecen divertidos o interesantes.