A la fecha, 612 personas en situación de calle y alta vulnerabilidad han acudido a los Centros de Asistencia e Integración Social, como parte del programa Invierno Contigo, cuyas brigadas recorren la ciudad para convencer a esta población –cuyo número se desconoce– de ir a estos albergues y evitar pasar la noche a la intemperie ante las bajas temperaturas.

El programa empezó el primero de noviembre y se prevé extenderlo hasta finales de marzo si persiste el frío intenso. Asimismo, incluye la entrega de cobijas, bufandas y gorros en las zonas altas y de difícil acceso de la ciudad, explicó Alejandro Tinoco, encargado operativo de Invierno Contigo, en un recorrido por algunas plazoletas del Centro Histórico y el Monumento a la Madre, donde una brigada acerca a los indigentes café, pan y cobijas, y dialoga con ellos para convencerlos de ir a los albergues, logrando convencer a tres personas.

Invierno Contigo es un apoyo adicional que ofrece diariamente el Instituto de Asistencia e Integración Social en sus 10 centros, los cuales disponen de 2 mil 461 espacios para atender a personas en situación de calle, donde diariamente se ofrecen desayunos, comidas y cenas, y se inscribe a esta población, la cual 53 por ciento proviene de otros puntos de la República, principalmente de los estados de México, Veracruz, Oaxaca y Puebla, a cinco programas sociales, como la Pensión Alimentaria para Adultos Mayores, Jóvenes en Desarrollo y Apoyo al Transporte Gratuito para Jóvenes.

En la calle los indigentes son capaces de encontrar tesoros en experiencias que muchas personas no poseen o no valoran. Alejandro Pagola, albañil originario de Zacapoaxtla, Puebla, afirma que por una decepción amorosa cayó en el alcoholismo y me eche a perder, pero que uno de sus más preciados orgullos es ser descendiente de los zacapoaxtlas que vencieron a los invasores franceses en la batalla de Puebla el 5 de Mayo de 1862.

De 32 años, es una de las personas que la brigada del programa Invierno Contigo encontró en la plazoleta Rinconada de Jesús, ubicada en Pino Suárez e Izazaga, y convenció de que pasara la noche en el albergue de Coruña.

En las inmediaciones del Monumento a la Madre, en reparación tras resquebrajarse con el sismo, Raúl Pantoja, oriundo de la capital, de presencia rockquera y rastas, saca de entre sus escasas pertenencias un libro de salmos bíblicos que encontró sobre una banqueta y que le ha ayudado, dice, a sobrellevar las dificultades de su vida en la calle y las envidias.

Otros indigentes se dedican al cuidado de la perra Tuercas, que encontraron en la calle y por no poder quedarse con ella la dieron a una vecina, quien los emplea en su cuidado mientras trabaja.

Sentados en la banca de algún parque o en alguna estación del Metrobús, otras personas sin techo encuentran la tranquilidad en la lectura, y es que 96 por ciento de estas personas saben leer y escribir, apuntó Alejandro Tinoco.