Economía
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El país debe perseverar en apertura a inversiones, afirma gobernador del Banco de México

Abatir corrupción y violencia será en beneficio del crecimiento

Resalta que la economía se mueve en un entorno internacional marcado por la incertidumbre

Advierte de inestabilidad electoral

Nuestro compromiso, una inflación baja y estable, exalta

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Alejandro Díaz de León Carrillo, gobernador del Banco de México, enfatizó que en México la planeación a largo plazo suele ser un tendón de AquilesFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de diciembre de 2017, p. 22

Para Alejandro Díaz de León Carrillo, nuevo gobernador del Banco de México (BdeM), la corrupción y la violencia son una preocupación creciente entre analistas, empresarios y el sector productivo. Atender ambos problemas, apunta, obra en beneficio del crecimiento.

La economía mexicana se mueve en un entorno internacional marcado por varios factores de incertidumbre. A ello se añade la generada de manera natural por el proceso electoral de 2018. México, resalta, debe perseverar en la desregulación y la apertura a inversiones marcada por las reformas económicas emprendidas en años recientes.

La planeación a largo plazo suele ser el talón de Aquiles, considera. Es importante contar con planes y un horizonte de largo plazo claro, afirma Díaz de León a La Jornada.

Egresado del Instituto Tecnológico Autónomo de México, con una maestría en la Universidad de Yale, Díaz de León comenzó su carrera profesional en el Banco de México. Allí estuvo 16 años. Dirigió Pensionissste, la administradora de fondos para el retiro de los trabajadores del sector público. Ocupó la titularidad de la Unidad de Crédito Público de la Secretaría de Hacienda y fue director del Banco Nacional de Comercio Exterior. Desde enero pasado es miembro de la junta de gobierno del banco central, como subgobernador. A la renuncia de Agustín Carstens, el presidente Enrique Peña Nieto lo nombró como el cuarto gobernador del Banco de México desde que esta institución fue dotada de autonomía, en 1994. Sus antecesores son: Miguel Mancera, Guillermo Ortiz y Carstens.

El Banco de México ha sido una institución que ha buscado, tanto por su mandato como por su accionar, ser un factor de estabilidad para el país, apunta. Nuestro mandato constitucional es muy claro: mantener una inflación baja y estable. Por muchos años se ha hecho un esfuerzo en esa materia y lo que se debe esperar es que sigamos enfocados en ese objetivo y, de esa manera, crear condiciones propicias para el crecimiento.

–El Banco de México subió de 3 a 7 por ciento la tasa de interés en menos de dos años. ¿De qué manera influyó en el menor crecimiento de la economía?

–Siempre se identifica que un incremento de la tasa de interés, y los propios canales de la política monetaria, como las expectativas y el aumento del costo del crédito, inciden sobre el ritmo de actividad económica. En el muy corto plazo es así. Es fácil hacer comparaciones de un periodo de tasas bajas a ahora que están altas. La comparación correcta es qué hubiera pasado si no se suben las tasas y se hubiera desatado un periodo de inflación más alta. En ese caso, el aumento de tasas necesario para regresar la inflación a la meta hubiera tenido que ser mucho mayor. En el mediano y largo plazos la mejor manera de enfrentar episodios en los que la inflación se incrementa es hacerlo de manera oportuna y decidida. De lo contrario, las cosas empiezan a salirse de control.

–En los años recientes se combinó una política monetaria restrictiva del Banco de México con una fiscal de la misma característica por Hacienda para disminuir el déficit fiscal. ¿Cuál es el efecto de la combinación?

–Cuando pensamos en un ciclo económico tradicional, las políticas monetaria y fiscal suelen jugar un papel contracíclico. Si la actividad económica se desacelera, una reducción de tasas de interés da lugar a cierto incremento de dinamismo, y viceversa. En ciclos tan atípicos como en el que estamos, y cuando se enfrentan choques e incrementos considerables en las primas de riesgo, es muy importante estabilizar las cosas.

Agrega: La economía mexicana se enfrenta a un ciclo económico muy atípico, con choques de diversa índole y un entorno particularmente complejo. Por eso, afirma, la estrategia ha sido redoblar el anclaje macroeconómico para que el tránsito por este entorno adverso sea lo más ordenado posible. Si se hiciese de otra manera, eventualmente el ajuste tendría que ser mayor. Por eso, la estrategia ha sido redoblar en términos de estabilidad, con políticas monetaria y fiscal restrictivas y siendo muy cautelosos y prudentes de que la solvencia del sistema financiero esté en su lugar.

–¿El ciclo que describe depende de variables externas?

–En este entorno que hemos estado enfrentando, sí.

–¿Qué señal indicaría que ese ciclo se está revirtiendo?

–Hay varios elementos: la política monetaria en Estados Unidos y el incremento en las tasas de interés en aquel país. Eso es algo que va a llevar todavía lo que resta de este año, el siguiente y un poco incluso de 2019; la política fiscal de Estados Unidos (el fin de semana se aprobó la reducción de impuestos a empresas propuesto por el gobierno) es también un elemento a seguir; obviamente, la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es un tema clave. En general estos elementos gravitan sobre las condiciones financie- ras en la economía, tanto en las tasas de interés en sus diferentes plazos como en el nivel del tipo de cambio. Todos estos temas tienen cierto horizonte de definición y será en el que tengamos un poco más de claridad.

–¿El incremento en la tasa objetivo del Banco de México influyó en la desaceleración del crédito de la banca a empresas y personas?

–Hay varias razones en la desaceleración del crédito, pero destaco que sin embargo sigue creciendo a un ritmo superior al de la actividad económica. Es decir, sigue siendo un factor de estímulo. Varios elementos gravitan sobre la demanda de crédito. Uno es la confianza de los consumidores y de las empresas en un año complejo. Eso se ha reflejado en una reducción de la inversión. Cuando se enfrenta un entorno más incierto, por variables tan importantes como el TLCAN y otras que comenté, se posponen algunos proyectos de inversión hasta que haya un panorama más claro y eso disminuye la demanda de crédito. Con los consumidores sucede algo parecido. Las tasas de interés de largo plazo, que son las que gravitan en los créditos hipotecarios, se han incrementado en mucha menor magnitud. El ajuste se ha dado en las tasas de corto plazo, lo que ha hecho que se encarezcan los créditos a tasa variable.

–Este año inició con pronósticos negativos sobre la actividad económica, que se fueron modificando al alza con los meses. ¿Qué espera de 2018, en qué temas habrá que poner más atención y qué riesgos se anticipan?

–Ha sido un año especialmente complejo. Al principio había una perspectiva muy desfavorable. La realidad fue mostrando que la inercia del ritmo de actividad económica tenía mayor vigor del que se pensaba.

Es innegable que sí ha habido una desaceleración, pero no tan acentuada como se pensaba a principio de año.

–Las dos encuestas más recientes que realiza el Banco de México entre analistas nacionales y extranjeros introdujeron el factor de incertidumbre política como una limitación al crecimiento en 2018. ¿De qué manera influirá el proceso electoral del próximo año?

–Las elecciones presidenciales siempre son un elemento de importancia en cuanto a las expectativas, sobre todo para algunos proyectos de largo plazo. Cuando se da el resultado y se empiezan a definir las estrategias, esa incertidumbre tiende a abatirse.

–Ha mencionado los diversos choques que enfrenta la economía. ¿Cuáles son las fortalezas que existen para hacerles frente?

–La economía mexicana ha sido resistente a un entorno especialmente adverso. Los pilares de esa fortaleza son la política fiscal, que ha tomado acciones para reducir el gasto; la monetaria, que ha adoptado un nivel de tasa de interés que contribuye a que el ajuste de la economía sea ordenado, y mantener una libre flotación del tipo de cambio, que ha sido la variable de ajuste vía precios. La otra muy importante es la solidez del sistema financiero. Tanto los intermediarios como los corporativos y hogares han podido hacer frente a un entorno de volatilidad de tipo de cambio muy importante y también a un entorno donde hemos tenido que subir las tasas de interés.

–¿Qué se debe reforzar para enfrentar en mejores condiciones este entorno?

–En un horizonte de largo plazo, las reformas estructurales realizadas permiten que los factores de producción, el capital y el trabajo se aprovechen de mejor manera. Esta desregulación y apertura a la inversión propician mayor crecimiento y productividad. Uno de los primeros elementos es perseverar en esa línea. Otro es el estado de derecho. Así como la planeación a largo plazo, que a veces es el talón de Aquiles. Es importante tener planes, sobre todo en infraestructura, con un horizonte claro y que se den pasos consistentes en ese sentido.

–¿En cuestiones sociales, cuál considera un tema en que debe ponerse más empeño?

–El educativo, no sólo desde el punto de vista de las reformas y lo que se ha cambiado.Vemos un entorno con tanta innovación y cambio tecnológico, que se debe aprovechar la juventud de la población. Ese es un reto importante que, en lo social, va a permitir que las oportunidades de desarrollo y crecimiento sean mayores y mejor distribuidas.

–¿La corrupción y violencia?

–La parte del estado de derecho es un tema toral. En las encuestas que recabamos y pulsan el sentir de analistas, empresarios y del sector productivo, destacan como una preocupación creciente, que por supuesto tiene que atenderse; y esto obra en beneficio del crecimiento económico.