Opinión
Ver día anteriorLunes 27 de noviembre de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La tradicional política exterior mexicana, hecha trizas
E

n la reciente semana se acumularon hechos y evidencias que nos entregan una perspectiva bastante transparente de aspectos fundamentales del régimen de Enrique Peña Nieto. Es inevitable volver a situaciones que ya se comentaron en la prensa mexicana; sin embargo, su interconexión parece ofrecernos una visión contundente de la realidad actual.

Debemos todavía mencionar que Luis Videgaray Caso, en su destape adelantado de José Antonio Meade como candidato del PRI a la Presidencia, pensó que hacía un favor a su amigo el secretario de Hacienda y, por supuesto, también a su amigo el Presidente de la República Enrique Peña Nieto.

La reacción negativa bastante tajante de este último, ante los comentarios del destape efectuado por Videgaray, son significativos, lo cual era previsible. Sintió seguramente el presidente Peña que la iniciativa del secretario de Relaciones Exteriores rebajaba o disminuía su autoridad, ya que en la opinión más amplia la decisión sobre el heredero presidencial es un privilegio de cerca de 100 años que tiene el presidente saliente, y que resulta inaceptable cualquier acto o peripecia política que aminore o parezca disminuir ese privilegio. Es así y así lo consideró en esta ocasión Peña Nieto, aun cuando deba decirse que entre los millones de mexicanos que nos enteramos de la intervención de Videgaray subrayando las virtudes personales y públicas de Meade, la inmensa mayoría, me atrevería a sostener, pensamos que justamente se trataba de un apoyo o remache al proceso de destape de Meade ya iniciado antes por el Presidente.

Pero parece que no fue así entonces, y la cuestión del destape en el PRI para 2018 queda aún pendiente. ¿Será de todos modos en favor de José Antonio Meade, o habrá un rescatado de última hora por el PRI? Esperemos, pero recordando también que en diversas ocasiones anteriores la decisión del Presidente de la Rpública fue precedida o seguida por miembros distinguidos de la clase política reforzando sus designios.

Alguna voz ha dicho por ahí que la intervención aparentemente fallida de Luis Videgaray, en realidad se debe también a su afán de relevancia en el círculo íntimo de Donald Trump, ya que tendría información personal de que la candidatura de Meade es particularmente satisfactoria para la Casa Blanca.

Pero, más allá de los muy variados signos indirectos que confirmarían la subordinada relación de nuestro gobierno con el actual estadunidense de Donald Trump, tenemos confirmación plena de esa subordinación en algunas medidas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, encabezada por Luis Videgaray.

Desde luego, lo que ha causado azoro y asombro en México, pero también en el plano internacional, es el hecho de que hayamos declarado persona no grata al embajador de Corea del Norte en México, y la forma en que lo hicimos. He aquí una ruptura tajante y lamentable de nuestra vocación en política internacional, que se precipita a tomar iniciativas supuestamente gratas al vecino del norte, que además carecen de sostén jurídico y de antecedentes en nuestra historia diplomática. ¡Han quedado muy lejos los tiempos en que México se rebelaba y rechazaba los mandatos de Estados Unidos en materia internacional, y en que se oponía incluso al conjunto de los países continentales, dirigidos con mano de hierro por la potencia del norte! ¡Supongo que la consideración de facilitar la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte por Estados Unidos fue también un elemento que se consideró por el Estado mexicano! ¡Apreciaciones erradas todas ellas y de un carácter ampliamente subordinado y vergonzoso!

Hoy, prácticamente ningún país siguió con las decisiones de Estados Unidos, claro está, salvo México. Todo esto, que puede parecer banal e irrelevante, sabemos bien que no lo es, ya que la política exterior mexicana representa actualmente uno de los rasgos más profundos de la nación mexicana. Esa pérdida es, entonces, mucho más que la violación de una norma del derecho de gentes, sino que alude a un aspecto esencial de la historia del país. No es una pérdida secundaria sino la amputación de un aspecto esencial de nuestra integridad como pueblo y de su organización como Estado.

Habría muchos otros elementos que considerar de la actual práctica de la política internacional por parte del gobierno de Peña Nieto y que confirmarían plenamente esta subordinación hacia Estados Unidos. Entre ellos, permítanme también mencionar, está el seguimiento puntual que se hizo a las decisiones del gobierno de Trump, en materia de sanciones dirigidas a Venezuela, que no fueron seguidas prácticamente por ningún otro país, o casi. ¡Contra un país latinoamericano! ¡México como esquirol de las voluntades independientes de gobiernos nuestros! ¡Hasta dónde hemos llegado y hasta dónde llegaremos!