A la sombra
n una de las zonas de mayor riqueza en Estados Unidos, en la que Google, Facebook y Apple tienen sus oficinas generales, varias docenas de familias viven en vehículos estacionados en las inmediaciones de esas empresas, de acuerdo con una nota de la agencia de noticias Associated Press. Han recurrido a esa precaria forma de vivir debido a su imposibilidad de pagar renta en las ciudades aledañas a las más importantes corporaciones tecnológicas ubicadas en la región conocida como Silicon Valley.
Trabajan para compañías que se dedican a labores de mantenimiento en las oficinas y plantas de esas compañías, en los restaurantes, hoteles y casas donde viven los dirigentes y empleados de esas corporaciones. Es lamentable, continúa la nota, que en las sombras de esas compañías vivan familias enteras que no pueden pagar por un departamento. En cambio, un número cada vez mayor de jóvenes técnicos millonarios paga el equivalente a una hora de salario mínimo, 15 dólares, por una ensalada. La situación no es diferente a lo largo de la costa oeste de Estados Unidos, en la que más de 200 mil trabajadores, incluidos maestros, plomeros, electricistas, carpinteros, empleados públicos y campesinos migrantes que, además de vivir con grandes restricciones, frecuentemente se ven obligados a viajar hasta cuatro horas para llegar a su trabajo, concluye el artículo.
La crisis de vivienda no es nueva. En los años 80 y 90, cientos de trabajadores del campo vivían en sus vehículos a la orilla de los ricos sembradíos de hortalizas y uvas, debido a la escasez y los altos precios de los inmuebles. Pero con la explosión de la economía, producto del crecimiento astronómico de la industria tecnológica ligada a la electrónica y el Internet, el problema habitacional se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para los trabajadores, para las organizaciones que los defienden y también para los gobiernos de las ciudades que integran esta próspera región.
Nunca ha sido fácil resolver el galimatías de la escasez de vivienda y, por las características de esta región, la solución se antoja más difícil aún. Los altos ingresos en un sector no se equiparan con los escasos de miles de personas que les son necesarias para mantener su nivel de confort, bienestar y crecimiento. Regular la economía, que garantice una situación menos desigual, no ha sido posible en un país cuyo paradigma es la libre empresa, casi sin cortapisa. Es algo que se advierte claramente en este próspero valle.