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No sucumbió la eternidad

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Fotograma de No sucumbió la eternidad
E

l doloroso duelo que embarga a raíz de la privación de seres queridos y la sospecha de su muerte. Sobre esta triste experiencia gira la película No sucumbió la eternidad (México, 2017) de la periodista Daniela Rea Gómez, la cual resultó premiada como Mejor documental realizado por una mujer, en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia

El filme describe las historias de dos mujeres que han sido privadas de familiares, así como su penosa lucha por asumir sus respectivas pérdidas. Dos historias que se nos relatan de manera alterna. Está la de Liliana, la joven madre del pequeño chaval León y trabajadora en una fonda, a cuyo esposo lo levantó el crimen organizado en 2010, para ya nadie saber más de él.

También conocemos el drama de la profesora universitaria Alicia, cuya mamá guerrillera le fue arrebatada presuntamente por el Estado mexicano en 1978. La profesora es una mujer igualmente joven, quien convive con sus tíos y es madre de dos pequeños que no conocerán a su abuela.

Nacida en Guanajuato, Daniela Rea Gómez egresó de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Es autora de Nadie les pidió perdón, historia de impunidad y resistencia, trabajo periodístico en el que yace el germen de lo que evidencia su documental: una realidad de opresiones, vejaciones, impunidad, violencia.

Para esta, su primera cinta, la incipiente cineasta supo asesorarse de un consumado documentalista como Everardo González, productor ejecutivo del proyecto. La labor en edición de Mariano Osnaya y el diseño de sonido de Guillermo Llaguno apuntalan una obra de poderosa simplicidad.

El filme lo animan dos mujeres con plena conciencia de su realidad y su mundo. No es el dolor lo que las hace hablar, sino la experiencia de la privación. Las lastima la carencia de respuestas, el sinsentido dentro de los hechos que han marcado su identidad. Acaso es por ello que escuchamos a Adriana confesar que ya no busca una desaparecida, sino conseguir unir las piezas que le ofrezcan una historia de lo ocurrido con su madre.

En un plano muy íntimo, Rea refleja la condición singular de las dos afectadas por el crimen organizado, y parece empatar con su condición de madres, si tomamos en cuenta que la periodista se embarazó justo cuando rodaba la cinta.

No sucumbió la eternidad es otro grito de alarma sobre la realidad de las desapariciones forzadas. Como ya hemos visto recientemente en los cines de realizadores como Rithy Panh (La imagen ausente, 2013), Tatiana Huezo (Tempestad, 2016) o el mismo Everardo González (La libertad del diablo, 2017), persisten los creadores que señalan la supremacía de delincuentes y la irresponsabilidad de los gobiernos; autores que insisten, para nuestro bien, en hacer resaltar ángulos horribles de nuestra era.

Twitter: @kromafilm