a diversidad de manifestaciones políticas que se expresan entre militantes y simpatizantes de la CNTE siempre trae posiciones diferentes y en ocasiones encontradas cuando se atraviesan las coyunturas electorales. En la actual ruta hacia 2018, estas tensiones ya se viven en los órganos deliberativos y de toma de decisiones de los maestros, porque los principios del movimiento magisterial por un lado orientan hacia la autonomía con respecto de los partidos políticos y por otro reconocen como válidas todas las formas de lucha, incluida la electoral; también porque se trata de enunciaciones que definen el carácter ético del movimiento en general y no de normas que regulen de manera impositiva la vida de cada miembro. Este último, como individuo, ya no en nombre de la organización sindical, decide su simpatía o no con los partidos.
Un ejemplo de estas tensiones se vivió en las pasadas elecciones intermedias, cuando la Coordinadora definió desde sus organismos de representación nacional, que participaría medeiante el boicot al proceso electivo; efectivamente, en diferentes modalidades y tiempos del proceso, que no sólo se remite al momento del sufragio en las urnas, se llevó a cabo el boicot en varios estados donde el magisterio disidente tiene presencia, siendo Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Michoacán los focos de mayor algidez en la movilización antielectoral.
Paralelamente se desarrollaron formas de influir que convivieron con las reglas del juego electoral; por ejemplo, en Michoacán se buscó el registro de candidaturas ciudadanas emanadas del movimiento popular mediante el Frente Cívico Social; en el caso de Oaxaca, expresiones colectivas de profesores se aliaron a Morena al margen de los acuerdos de la Sección 22 y en Veracruz el Movimiento Magisterial Popular Veracruzano obtuvo varias candidaturas por Morena y de hecho una diputación al congreso local.
Si a la distancia hacemos un balance, encontraremos cosas que la Coordinadora no esperaba con el boicot: los resultados en varias entidades federativas reflejan que se pudo haber inhibido más el voto de la izquierda electoral, mientras el voto de la derecha se mantuvo con cierta estabilidad. Si a lo anterior sumamos que los costos en vidas perdidas, reprimidos y encarcelados fueron muy altos para los maestros y para sus organizaciones populares aliadas, podemos advertir que en el futuro cercano, será muy complicado decidir por la misma experiencia.
Por lo que respecta a las candidaturas ciudadanas, no se ven en los posibles escenarios de la CNTE. Ahora, los acuerdos mutuos de varias secciones sindicales o expresiones al interior de ellas, que se dieron con la izquierda electoral tuvieron lugar en circunstancias muy específicas, de las cuales me gustaría rescatar dos elementos: en primera instancia, siendo la primera elección en la que Morena se presentaba como partido político, no podía ir en coalición con otros partidos, su opción más viable era buscar aliados y compromisos con el movimiento social para conseguir su apoyo; en segunda instancia el compromiso firmado y explícito más importante de estos acuerdos fue que se echaría atrás la reforma educativa.
En la actual coyuntura, me parece que ninguno de estos dos elementos que hicieron factibles aquellas alianzas está presente del todo. La izquierda electoral prioriza vínculos con otros partidos, recicla actores clave de los mismos esperando que atraigan sus seguidores a su fuerza política, muchas veces con criterios tan laxos que se ha permitido el ingreso en sus filas y también en sus órganos de dirección a quienes firmaron y promovieron las 11 reformas del Pacto por México, donde la educativa ha sido parte vertebral de los acuerdos ahí establecidos, además están las observadas relaciones con empresarios y personajes ligados a la derecha en el poder.
Su posicionamiento sobre el destino de la reforma educativa ha sido cada vez más ambiguo conforme se acercan las elecciones del próximo año. Aquél compromiso de las elecciones intermedias para revertirla, se va decolorando en matices cada vez más grises que pasan de un vamos a revisarla a otro donde se considera necesario ponerla a consulta, con el peligro que se corre cuando se pregunta sobre conceptos polisémicos como el de calidad educativa que han sido coptados por el lenguaje de la educación neoliberal y van ganando la batalla a las posturas críticas en el terreno de las ideas pedagógicas.
Podríamos afirmar con cierta seguridad, que en lo nacional la CNTE no se inclinará por ningún partido, pero esa misma afirmación pierde certeza si consideramos las particularidades contextuales en cada sección sindical, y creo con mayor convicción, que aún con un cambio de rumbo favorable a la izquierda electoral en 2018, el factor más decisivo para revertir la reforma educativa seguirá siendo la movilización social, la correlación de fuerzas en el sector magisterial y ante el nuevo gobierno.
No pretendo negar la creciente simpatía de los maestros disidentes hacia López Obrador, sino colocar algunas valoraciones en su justa dimensión, entre ellas que la idea explícita de echar atrás la reforma educativa proviene más de las esperanzas de cambio de los docentes, que de las definiciones claras y públicas del líder de Morena, quien tampoco lo deja escrito en las escasas líneas que dedica al problema educativo, lo mismo en su libro 2018 La salida. Decadencia y renacimiento de México, que en su autobiografía política Esto soy.
*Doctor en pedagogía crítica