Su muerte se debió a causas naturales; tenía 89 años
Fue testigo y actor de acontecimientos como el golpe de Estado contra Salvador Allende
Lunes 16 de octubre de 2017, p. 10
A la edad de 89 años, por causas naturales, la tarde de ayer falleció Gonzalo Martínez Corbalá, político y diplomático potosino de larga, fructífera y reconocida carrera en el servicio público.
Los restos del ingeniero Martínez Corbalá, fueron llevados a los velatorios del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) en San Fernando y serán cremados, informaron familiares cercanos.
Todavía hace dos días, quien fuera gobernador interino de San Luis Potosí, presentó su libro Del tintero de los recuerdos, mis andanzas por esta América nuestra, en el que relata episodios de su relación con el general Lázaro Cárdenas del Río, el presidente chileno Salvador Allende y el dirigente revolucionario cubano Fidel Castro, así como pasajes de la Decena Trágica. Este último, debido a que su padre fue uno de los cadetes que custodió al presidente Francisco I. Madero, el 9 de febrero de 1913, del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional, en la llamada Marcha de la Lealtad.
Martínez Corbalá fue testigo y actor de acontecimientos que marcaron la historia de América Latina en la segunda mitad del siglo XX; de manera particular, el golpe de Estado contra el presidente de Chile, Salvador Allende Gossens, perpetrado por el general Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.
Ahí, en su calidad de embajador de México, quien durante muchos años fue accionista de esta casa editorial, mantuvo ante la Junta Militar una férrea y valiente defensa del derecho internacional de asilo, de la inmunidad diplomática y de la invulnerabilidad de la embajada; acogió a cientos de ciudadanos chilenos que lograron salir de su país con salvoconducto y visa mexicana, entre ellos la familia y la viuda del presidente Allende, Mercedes Hortensia Bussi Soto. Este hecho lo marcaría por el resto de su vida.
Como diplomático, también representó a México ante el gobierno cubano de Fidel Castro, en 1980, cuando se desató el éxodo de unas 125 mil personas del puerto de Mariel hacia Estados Unidos, entre abril y octubre de ese mismo año.
Martínez Corbalá, quien se inició en la política bajo la tutela del general Lázaro Cárdenas del Río, fue diputado federal dos veces; senador; director general del Infonavit y del Issste; gobernador interino de San Luis Potosí, en sustitución de Fausto Zapata; embajador en misión especial en una docena de naciones de tres continentes, además de funcionario público en diversas dependencias federales.
Así, en su trayectoria profesional de varias décadas, vivió experiencias muy cercanas con tres de los más notables líderes revolucionarios de nuestra América
, como escribiera él mismo en su libro La historia que viví, en referencia a Lázaro Cárdenas, Salvador Allende y Fidel Castro.
Nació en San Luis Potosí el 10 de marzo de 1928. Ingeniero civil de formación, pero con maestría en ciencias políticas y sociales –ambas en la Universidad Nacional Autónoma de México, Martínez Corbalá recibió múltiples reconocimientos, como la Medalla de la Orden Solidaridad, otorgado por el Consejo de Estado y de Gobierno de Cuba; la Medalla de la Orden de Gran Cruz de Isabel la Católica
, entregada por el rey Juan Carlos de España, y la Condecoración de la Orden al Mérito de Chile, por su solidaridad con el pueblo de aquel país. Se estima que durante la crisis en Chile, en unos cuantos días, 2 mil 400 ciudadanos de ese país sudamericano pudieron salir de su país con visa mexicana.
En varias entrevistas Martínez Corbalá declaró que la presencia de asilados chilenos en nuestro país fue muestra de uno de los sucesos más dolorosos y trágicos para América Latina, pero para México esos hechos reprobables también fueron motivo de orgullo en la historia de su lucha por la defensa de los derechos humanos, la libre autodeterminación de los pueblos, el ejercicio de la soberanía nacional y la defensa de las instituciones democráticas.
Como político y diplomático transitó por los gobiernos de los presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
Primero en su juventud y durante más de 20 años, trató de manera extraordinariamente cercana al ex presidente Lázaro Cárdenas. Así, en calidad de su amigo personal
, acompañó al general en su viaje a La Habana el 26 de julio de 1959, para asistir a la celebración –por primera vez desde el poder– al sexto aniversario del asalto al Cuartel Moncada, que marcó el inicio de la Revolución.
Pero esa no era la primera vez que Martínez Corbalá veía y estrechaba la mano al comandante Castro. Ya lo había hecho unos años atrás en Ciudad de México, durante el exilio del líder cubano, antes del triunfo de la Revolución.
El 26 de julio de 1959, también vio en La Habana, como invitado a la misma celebración, a quien sería, 11 años más tarde, en 1970, el presidente de Chile, Salvador Allende, elegido democráticamente por la vía electoral.
“Fidel Castro saludó de mano a quienes ocupaban la primera fila del presídium, entre ellos estaba un hombre maduro, bien vestido, de bigote blanco, con anteojos de armadura gruesa de carey y fuerte personalidad que ya habíamos visto en el estrado esa mañana y que al preguntar quién era se nos había dicho que ‘el senador Salvador Allende’, distinguido luchador parlamentario chileno del Partido Socialista, que buscaba nuevas vías para la democracia en su país”, escribe Martínez Corbalá en su obra arriba citada, editada por La Jornada y el Colegio Mexiquense.
Fue el presidente Luis Echeverría, quien en julio de 1972 le ofrece el cargo de embajador de México en Chile, con el ánimo de fortalecer las relaciones diplomáticas con el gobierno y pueblo de ese país andino. Pero también le adviertió que, dado el momento histórico que vivía ese país, la misión no sería nada fácil. Como fue.
Las relaciones entre ambos países y los presidentes Echeverría y Allende se fortalecieron. El primero visitó Chile a mediados de 1972, y éste devolvió la cortesía en noviembre de ese mismo año.
Chile vivía ya momentos convulsos, alentados en gran medida por el gobierno estadunidense, situación que desembocó en el ataque militar al Palacio de la Moneda, en el golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet contra el presidente Allende. Y con ello el inicio del duro, triste y largo periodo dictatorial chileno.
El 15 de abril de 1980, Martínez Corbalá presentó cartas credenciales al comandante Fidel Castro, misión que tendría una dura prueba con el éxodo desde el puerto Mariel, donde el gobierno mexicano jugo un papel de mediador de buenos oficios
entre La Habana y Washington. Además, el presidente López Portillo viajó a la isla en una visita de Estado en los primeros días de agosto de 1980.
En su misión diplomática construyó lazos de amistad con el líder cubano. Incluso, Martínez Corbalá, el 7 de agosto de 1981, viajó 21 horas con el presidente Castro y algunos de sus colaboradores más cercanos, de las costas de Cuba a Cozumel y de regreso a la isla, a bordo del yate El pájaro azul.
El motivo: una reunión informal entre los presidentes López Portillo y Castro, con lo cual quedarían zanjadas las diferencias surgidas a raíz de que, bajo fuertes presiones de un grupo de naciones lideradas por Estados Unidos, pidió al presidente López Portillo no invitar a Cuba a la cumbre Norte-Sur, a realizarse en Cancún ese mismo año.
La larga carrera de servicio público de Martínez Corbalá incluyó también el gobierno de su natal San Luis Potosí, en 1991-1992, luego de unas cuestionadas elecciones que dieron como ganador al candidato priísta Fausto Zapata, sobre el líder opositor Salvador Nava. Eran los tiempos del presidente Salinas y las concertacesiones.
Sin embargo, aunque estuvo poco tiempo al frente del gobierno interino, Martínez Corbalá generó grandes obras de infraestructura urbana y promovió beneficios sociales y promovio el de desarrollo social, además de que dio inicio a la ciudadanización de los organismos electorales, siendo San Luis Potosí el primer estado en hacerlo.
Y aunque buscó la relección en sufragios extraordinarios, muchos analistas políticos consideraron que se trataba de un experimento del presidente Carlos Salinas para medir la aceptación de una hipotética relección presidencial. Su aspiración de convertirse de gobernador interino a constitucional, fue frustrada.
En los años recientes recibió múltiples reconocimientos. En agosto de 2015, en una visita oficial a México, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, le rindió homenaje al embajador que gestionó la salida de cientos chilenos tras el golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende. En septiembre de 2016, la cancillería mexicana reconoció en una ceremonia oficial a un grupo de destacados mexicanos, encabezados por el Martínez Corbalá, quienes apoyaron a por lo menos 12 mil chilenos en su exilio en México.