Taurinos de aquí y de allá: ayuda fuera de cacho
uera de cacho es expresión utilizada para calificar al torero que se coloca fuera de la jurisdicción o terreno del toro al ejecutar una suerte. Es no saber ponerse a la distancia precisa, desluciendo o limitando la ejecución del muletazo como lo mandan los fundamentos del toreo. Pero en la tauromaquia posmoderna no se domina la bravura, sino que se acumulan pases frente a la dulzura.
Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen
, decía Alfonso X El Sabio, monarca castellano que en el siglo XIII ya se ocupaba de reglamentaciones en torno a la fiesta de los toros. El problema es que para ser solidarios y generosos, también hay que tener criterio, sentido común, cordura, las pilas puestas; vaya, pues buenas intenciones no matan aberraciones.
En un boletín se informa que el maestro Enrique Ponce, muy sensibilizado con la tragedia de México, se ofrece para torear a beneficio de los damnificados por el terremoto. Profundamente afectado por los hechos acontecidos en las últimas fechas... el maestro, a quien le une un fuerte vínculo con la afición de aquella tierra y es uno de los consentidos de la afición mexicana (el comunicado debió precisar: consentido de la empresa en turno de la Plaza México), toreará a beneficio de los damnificados del terremoto en su primera actuación en la México, plaza a la que acudirá una vez finalizada su temporada europea
. Hasta aquí el conmovedor comunicado del Divo de Chiva.
Por acá, ni la todopoderosa empresa de la Plaza México ni las asociaciones nacionales de matadores y de ganaderos fueron capaces de convocar a festivales y corridas con tres, cuatro o seis figuras o lo que se le aproxime, a beneficio de los damnificados de los recientes terremotos, sino que le dejaron la iniciativa al torero valenciano para que en su primera actuación en la Plaza México ¿ofrezca un donativo?, ¿deje de cobrar honorarios?, ¿invite a sus alternantes, ganadero y empresa a ceder las utilidades? A saber, pero es increíble que de allá sólo se ofrezca
un diestro ante tamaña tragedia colectiva.
Hoy en los taurinos parece haber un calculado sentido de altruismo, por no decir de torcida filantropía, que les impide actuar con decisión, generosidad, grandeza y prontitud, de tal manera que será dentro de la próxima temporada grande en el coso de Insurgentes, en noviembre, cuando se deje sentir la solidaridad, tanto de los actuantes como del público capitalino, con los miles de afectados por los sismos.
Las figuras europeas de a pie y a caballo, que cada año vienen a México a torear bastantes festejos llevándose buenas sumas de dinero, ¿no podían, mientras, organizar en España y Francia corridas y festivales benéficos pro damnificados mexicanos y enviar los euros recaudados? Un euro equivale a unos 20 pesos, así que su gesto resultaría más generoso que el de los potentados e instituciones de por acá. Así, en lugar de que taurinos y afición europea cooperen allá, será la sociedad mexicana la que continúe aportando de su mermada bolsa.
Simón Casas, otro agradecido con México, por lo menos de los dientes para afuera, es empresario de las plazas de Las Ventas, Valencia, Zaragoza y Alicante, en España, y de los cosos de Nimes y Mont de Marsant, en Francia; sin embargo, está dejando pasar la oportunidad de corresponder a los favores recibidos en México, ya que muchos europeos y latinoamericanos, aun sin ser aficionados, asistirían a los festejos de beneficio por simpatía y solidaridad con los mexicanos. Pero obras son amores.