En el Valle de México se extrae más agua de la que puede infiltrarse en el subsuelo, lo cual genera un déficit de humedad que origina hundimientos y causa daños en edificaciones, compromete la integridad de infraestructura hidráulica y hace más vulnerable a la región a los sismos, señaló el Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental.

En un análisis advirtió que cerca de 75 por ciento del agua que se utiliza en la ciudad proviene de los acuíferos y el resto del abasto del líquido proviene del Sistema Cutzamala. Apunta que se ha expandido el área urbanizada y la superficie de vegetación natural que permitía su recarga esta cubierta de pavimento o concreto, y la ciudad ha crecido descontroladamente,

Recordó que gran parte de la Ciudad de México está asentada sobre suelo de origen lacustre (es blando y se comprime por el peso de las edificaciones) con características que amplifican el efecto de las ondas sísmicas.

A ello se suma que se saca más agua de la que se infiltra y los recursos naturales se están utilizando sin considerar su capacidad de mantenimiento y la integridad de los ecosistemas de la región.

Apuntó que si bien los sismos son eventos que se han presentado y es algo que continuará ocurriendo, su efecto podría ser menor si se establecen nuevas formas de aprovechar los recursos y se generan condiciones que permitan restaurar y conservar su dinámica natural.

El suelo donde descansa gran parte de la Ciudad de México tiene una vocación lacustre, lo cual amplifica y alarga las ondas de los sismos, los hace más intensos y peligrosos que aquellos que se presentan en suelo firme, por lo que el sismo del 19 de septiembre no fue igual en las áreas asentadas sobre lagos que en las que descansan en las partes altas.

Aseveró que debe haber información sobre las acciones que se pueden tomar a fin de mitigar el efecto de los temblores, pero advirtió que mientras exista corrupción y negligencia, cualquier evento natural extremo se convertirá en desastre a la luz de nuestra vida en las ciudades.