Viernes 29 de septiembre de 2017, p. 18
La precariedad de grupos vulnerables que habitan en el corazón de Ciudad de México quedó más expuesta tras el temblor.
Patricia Rodríguez habitaba desde hace mas de 20 años el inmueble ubicado en Argentina 94, el cual ya estaba catalogado como de alto riesgo.
Ella, su esposo y tres hijos habitaban este lugar por falta de una vivienda digna, pues con sus empleos –en el aseo de casas y la venta de patas de pollo y mollejas– sólo les alcanza para vivir en estas condiciones, cuenta.
Su situación empeoró con el terremoto del 19 de septiembre. Aunque lograron salir del inmueble, perdieron sus pertenencias y un lugar para siquiera poder dormir.
La familia fue llevada al albergue instalado por la delegación Cuauhtémoc, en el deportivo ubicado en la calle de Aldama y Violeta, atrás de la sede de la demarcación. Ahí llevan una semana y Patricia, quien tiene más de 50 años, no para de llorar. Me siento atrapada, triste, con miedo. No quiero salir a la calle. Siento que todo se acabó
, cuenta con desesperación. Dice que ha platicado con los sicólogos del albergue, pero que ella ya no ve para adelante.
No me quejo de aquí. Nos dan alimentos tres veces al día, son amables, pero yo quiero un lugar donde vivir con los míos, juntos otra vez, aunque sea en un pedacito, y eso ya no se va a poder
, vuelve a romper en llanto.
En este mismo albergue se encuentra una familia de hondureños, con tres niños, que no tienen adónde ir. Una de ellas tiene lastimada una muñeca y ahí en el albergue la llevaron a tomarse una radiografía. Sin embargo, cuentan, en el albergue les insisten en que se retiren del lugar, pues este es para los afectados del sismo. Nosotros no teníamos casa, pero nos quedábamos por aquí, pero igual ya nos están pidiendo que nos vayamos
, lamentó el padre de familia.