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Una gran paradoja en la medicina
L

a muerte es inevitable… Pero una mala muerte si se puede evitar. Con esta reflexión la Academia Nacional de Medicina de México comenzó el pasado 16 de agosto la reunión dedicada a uno de los temas que son cruciales en esa disciplina y de indudable importancia para toda la sociedad: la muerte. En la sesión titulada Morir con dignidad, organizada conjuntamente por la centenaria agrupación médica, el Instituto Aspen, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Secretaría de Salud, especialistas coordinados por el doctor Juan Ramón de la Fuente abordaron este tópico desde diferentes ángulos, estimulando la reflexión sobre un tema que no solamente atañe a los expertos, pues, tarde o temprano, todos vamos a morir.

No voy a abordar aquí todos los aspectos tratados en esa ocasión a gran profundidad por parte de cuatro especialistas –todas mujeres–, que incluyeron el Tratamiento integral en cuidados paliativos, en la intervención de la doctora Mariana Navarro Hernández, de la Facultad de Medicina de la UNAM; el Tratamiento eficaz del dolor, a cargo de la doctora Argelia Lara Solares, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán; El cerebro terminal, por la doctora Zoila Trujillo, del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, y El enfermo ante la muerte, a cargo de la doctora Asunción Álvarez del Río, también de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios. A los lectores interesados les recomiendo ampliamente estas ponencias, que giran en torno a los avances médicos y científicos en la atención de los enfermos que se encuentran en fase terminal, y pueden ser consultadas en video tanto en la página de la Academia de Medicina como en la plataforma Youtube.

Me voy a referir aquí a la intervención inicial del ex rector de la UNAM, que sirvió de preámbulo de las presentaciones citadas. La afirmación de que ante la inevitabilidad de la muerte, lo que sí es posible evitar es una mala muerte, encierra todo un proyecto de trabajo en el que se observa de manera crítica el papel que hasta ahora ha jugado la medicina frente a la muerte y la necesidad –y yo diría la urgencia– de poner en juego los avances científicos de los que actualmente se dispone para garantizar a todas las personas una muerte digna.

De la Fuente citó los resultados de una encuesta realizada en varios países por la Fundación Kaiser, con sede en Estados Unidos, en la que ante la pregunta de ¿cómo le gustaría morir?, las respuestas más consistentes fueron: en primer lugar, morir sin dolor; en segundo lugar, morir en paz; en tercer sitio, no ser una carga para sus familias, y en cuarto, morir cerca de sus seres queridos. La conclusión del ponente en este punto fue que desafortunadamente muy pocas personas en el mundo mueren como desearían. Lo anterior obliga, de acuerdo con el ex secretario de Salud, tanto a los médicos como a las instituciones, a enfrentar este tema a la luz de los avances en el conocimiento científico y en los derechos humanos.

El tema que más me sorprendió en toda la sesión (que pude seguir en línea), fue la gran paradoja planteada por De la Fuente en una parte de su intervención, cuando se refirió a lo que se considera uno de los mayores triunfos de la medicina, es decir, haber logrado incrementar la esperanza de vida de la población. La paradoja consiste en que se ha alargado la esperanza de vida, que en los países con mediano y alto desarrollo se encuentra actualmente alrededor de los 80 años (en México en 1930 era de 34 años y para 2015 subió a 76.9 años), pero el problema, dijo, es que se ha alargado la vida no a expensas de incrementar la juventud, sino de alargar la vejez y, como consecuencia, no hemos avanzado mucho en aumentar los años de vida sanos de la población, lo que más ha aumentado son sus años de vida enferma. A mí, francamente, esta reflexión, que es al mismo tiempo una severa crítica a lo que se considera progreso y abre caminos y líneas de acción para las ciencias médicas, me pareció deslumbrante.

El ex secretario de Salud hizo un llamado a romper el tabú de la muerte en la medicina, incorporarlo en la formación de los profesionales, que los médicos recuperen el tema y lo ubiquen en los nuevos paradigmas de las ciencias médicas siempre en contacto con la sociedad y especialmente conversarlo con los enfermos. Fue una sesión muy productiva en la Academia Nacional de Medicina de México.

A la memoria de René Drucker Colín