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El público emocionado casi llenó la Plaza de la Constitución y todo estaba a tono

La noche del Grito faltó entusiasmo real para responder los ¡vivas! del Presidente

Más de 4 mil policías participaron en el operativo de seguridad en el sitio recién reinaugurado

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El presidente Enrique Peña Nieto durante la ceremonia del Grito de Independencia, la noche del viernes pasadoFoto Afp
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de septiembre de 2017, p. 6

Cuando terminó de sonar la campana de Dolores, los fuegos artificiales de la ceremonia del Grito de Independencia estallaron puntualmente en el cielo. Abajo, en la plaza, le respondieron los acordes del Himno Nacional y de un conjunto de música popular mexicana. Pero con todo y eso, algo faltaba la noche del viernes en el Zócalo capitalino.

Lo que no estaba ahí, lo que nunca terminó de aparecer y de sentirse realmente en la Plaza de la Constitución, era algo similar al entusiasmo verdadero al momento de responder los ¡vivas! a los héroes patrios, que desde el balcón de Palacio Nacional gritó el presidente Enrique Peña Nieto en punto de las 11 de la noche.

Tal parecía que las luces y el ruido, además de una plaza que lució casi llena, no lograron compensar del todo la atmósfera un tanto desangelada que por varios momentos se sintió en el Zócalo.

Y no es que no hubiera miles de personas en una plaza que apenas hace un par de semanas fue reinaugurada, o que no existieran largas filas para entrar al espacio público más importante de la ciudad. Era más bien una extraña sensación de vacío al momento en que más debía alzarse la voz para recordar a Hidalgo, a Allende, a Aldama y a la Corregidora.

El ajetreo en el Centro Histórico de la capital empezó desde temprano, con el ir y venir de los primeros visitantes que comenzaban a apartar lugar en los bares y restaurantes de la zona –para ir entrando en calor–, y con la llegada de decenas de carritos de vendedores que ofrecían pelucas, bufandas o guirnaldas de flores de plástico tricolores, cualquiera de ellos por 50 pesos.

Conforme avanzaba el día, empezaron a verse grupos de familias que avanzaban por la peatonal de Madero, muchos lanzándose espuma a diestra y siniestra, o luciendo bigotazos falsos al estilo revolucionario.

Sobre esa calle, abundaban también los grupos de jaraneros y bailarines que interpretaban piezas folklóricas, tratando de aprovechar la fiebre nacionalista que de repente se apodera de mucha gente en estas fechas.

Cerca de las 10 de la noche, las colas para entrar al Zócalo se volvieron serpientes larguísimas que parecían no avanzar, sobre todo en calles como 5 de Mayo, 16 de Septiembre y República de Uruguay. La falta de agilidad en la entrada despertó un concierto de chiflidos de impaciencia, acompañado por el timbre chillón y estridente de las trompetas de plástico.

De una u otra forma, la mayoría de los visitantes logran sortear los sucesivos puestos de revisión que instalaron los más de 4 mil policías que participaron en el operativo de seguridad, y que se sumaron a los arcos de detección de metal que se montaron en el Zócalo, al más puro estilo de los aeropuertos.

Tímido abucheo

A pesar de todo, miles de personas logran llegar a tiempo para escuchar los tradicionales ¡viva! dedicados a los héroes de la Independencia, y en las cuales Enrique Peña Nieto intercaló la frase ¡viva la solidaridad de los mexicanos con Chiapas y Oaxaca!, en referencia a los miles de damnificados que hay en ambas entidades por el sismo del pasado 7 de septiembre.

La falta de decibeles al momento de responder el Grito, ayuda a que se escuche con claridad el momento en que un hombre de unos 50 años empieza un tímido abucheo contra el Presidente, pero casi de inmediato es rodeado por policías vestidos de civil, quienes al ver que hay muchos celulares grabando la escena, lo dejan ir unos momentos después.