Participaron menos elementos castrenses debido a su despliegue en apoyo a damnificados
El Zócalo no se llenó, pero unas 70 mil personas se acomodaron desde temprano en las calles
Domingo 17 de septiembre de 2017, p. 5
Al frente de todos, una mujer. Conduciendo una motocicleta militar, una soldado abrió el desfile con el que ayer se conmemoró el aniversario 207 del inicio de la Guerra de Independencia.
Nunca en la historia de estos desfiles –iniciados en 1896, cuando se dispuso una parada militar para llevar la campana de Dolores Hidalgo al Palacio Nacional– se había producido lo que ocurrió ayer: que contingentes de soldados fueran comandados por mujeres, ni que desfilaran agrupamientos mixtos, en los que las soldados marchaban junto con los soldados y no delante o detrás de ellos y por separado, como solía ser.
Unos 18 mil soldados, policías federales, bomberos y charros participaron en el desfile que avanzó por los 7 kilómetros que separan el Zócalo del Campo Marte. Habrían sido más, pero se decidió reducir el número de elementos de las fuerzas armadas que participarían en la parada militar para poder enviarlos a desarrollar tareas de apoyo a la población que resultó afectada por el sismo del 7 de septiembre en los estados de Oaxaca y Chiapas, así como por los huracanes que afectaron a Baja California y Guerrero.
Cañonazos tricolores y a correr
Después de las 11 de la mañana el desfile empezó. Tres cañonazos de salva y humo verde, blanco y rojo fueron la señal de que la columna militar entraba al Zócalo y también fueron el aviso del inicio de una carrera en la que muchas familias de desplazaron tan rápido como pudieron para atravesar la Plaza de la Constitución y alcanzar un buen lugar para presenciar la parada militar. Es que minutos antes, el Zócalo estaba ocupado por las fuerzas armadas, que rindieron honores al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que izó la bandera monumental, pasó revista a las tropas y después, desde el balcón central de Palacio Nacional, observó el desfile que duró casi hora y media.
El Zócalo no se llenó y la mayoría de los que asistieron a ver el desfile –unas 70 mil personas, de acuerdo con cálculos oficiales– se acomodó desde temprano sobre avenida Juárez y Paseo de la Reforma. Todos detrás de un largo mecate amarillo que sostenían policías de la Ciudad de México que impedían a los visitantes caminar por la vía del desfile.
Marchando, a caballo, en vehículos artillados o en carros alegóricos, desfiló el personal del Ejército Mexicano, de la Fuerza Aérea y de la Marina. Y casi en cada contingente iban las mujeres: paracaidistas, infantes, policías militares, fusileras, cadetes, especialistas de los grupos antibombas.
Sí, se vieron más mujeres en agrupamientos tradicionalmente masculinos. Pero lo contrario no se vio: en el contingente de la Escuela Militar de Enfermería ningún hombre desfiló.
Y tras 29 años de no marchar en esta parada militar, los bomberos de la capital fueron aplaudidos cuando desfilaron con 14 de sus vehículos.
Sobre el Zócalo volaban cada pocos minutos aviones militares, helicópteros y cazas. También se informó que habrían sido más, pero muchos se destinaron a llevar ayuda a las zonas del país que viven emergencias.
En uno de los extremos de la Plaza de la Constitución 5 mil soldados sobre unas gradas formaban con carteles mosaicos inmensos en los que se veían imágenes nacionalistas, como algunas referentes al centenario de la Constitución de 1917.
En la retaguardia de la columna militar marcharon 68 miembros de agrupaciones de charros. Y luego de ellos iba un grupo de barrenderos y personal de limpieza, a los que ya nadie vitoreó.
Y cuando el desfile dejó el Zócalo, los soldados de las gradas y los mosaicos gritaron ¡Viva México!
, “¡Vivan Oaxaca y Chiapas!
De 1914 a 1916, durante la Revolución Mexicana, se suspendió la conmemoración del 16 de septiembre, realizando en su lugar, desfiles de las fuerzas revolucionarias; la parada militar volvió a la Ciudad de México a partir de 1917.