a llegó ese momento del año en que uno se dispone a escoger entre la imposible variedad del festival de Toronto. No los aburriré más con las cualidades asombrosas de esa certamen. Todo se reduce a una organización de extrema eficiencia que funciona como la proverbial pieza de relojería suiza. Baste con que ustedes entren a la página tiff.net para que puedan comprobarlo.
La información que allí se encuentra no podría ser más completa. Desde luego, incluye a cada una de las 300 y pico películas que se podrán ver a lo largo de 10 días de frenética actividad, con su ficha técnica y un comentario inevitablemente elogioso. La página está diseñada de tal modo que uno puede encontrar los títulos deseados por idioma, género, tema, país, región y programadores, además del consabido orden alfabético.
Asimismo, existe una app que uno puede bajar a su celular, con la cual uno tendrá acceso a todos los horarios de proyección –pública y de prensa e industria– e incluso comprar boletos, si así lo desea. Además, uno le pica al título y aparece toda la información necesaria sobre cada película. No conozco otro festival que ofrezca esa ventaja cibernética, vaya ni Cannes lo tiene. Si alguien no consigue ver una cinta deseada es que de plano sufre de meningitis o tiene muy mala suerte.
En ese panorama de orden y armonía resulta triste comprobar que este año la presencia del cine mexicano es muy reducida. De hecho, la única película nacional es Las hijas de Abril, de Michel Franco, que ya ha sido estrenada aquí. Las otras que tienen producción mexicana han sido dirigidas por cineastas extranjeros: El autor, del español Manuel Martín Cuenca, fue coproducida por la compañía Alebrije Cine y Video; mientras que Zama, de la argentina Lucrecia Martel, fue coproducida por Canana. Por su lado, participa Guillermo del Toro con la producción estadunidense The Shape of Water (La forma del agua), que recientemente ha sido aclamada en los festivales de Venecia y Telluride. Entre los actores mexicanos presentes en Toronto, sobresalen Daniel Giménez Cacho, protagonista de Zama, y Gael García Bernal, quien ofrecerá un coloquio con el público. Y párenle de contar.
La presencia del cine hispanoparlante es muy nutrida, como suele suceder, con un gran número de películas españolas. Como es ocioso y aburrido enlistar todos los títulos, me limitaré a mencionar un fenómeno positivo: la buena cantidad de películas dirigidas por mujeres. Además de la mencionada Zama, de Martel, que también fue muy elogiada en Venecia, están las argentinas Anahí Berneri (Alanis), Constanza Novick (El futuro que viene) y Silvina Schnicer (Tigre); la boliviana Violeta Ayala (Los Burritos); la colombiana Laura Mora (Matar a Jesús), y la chilena Marialy Rivas (Princesita).
Contra la costumbre, la película inaugural no será norteamericana, sino una coproducción escandinava titulada Borg/McEnroe, dirigida por el danés Janus Metz, que obviamente está centrada en la intensa rivalidad habida entre los dos tenistas titulares, interpretados respectivamente por Sverrir Gudnason y Shia LaBeouf, lo cual es un acierto de casting. No sé el sueco, pero LaBeouf es tan insoportable como lo fue John McEnroe. (Curiosamente, el festival incluye otra película sobre un memorable enfrentamiento entre tenistas: Battle of the Sexes, de Valerie Faris y Jonathan Dayton, que narra la rivalidad política y deportiva entre Billie Jean King y Bobby Riggs en 1973).
Finalmente, cabe apuntar que hace unos días, el director y CEO del festival, Piers Handling, anunció que dejará el cargo después de la edición del año próximo. Una noticia algo triste, pues el hombre ha sido una figura esencial en la evolución del TIFF desde que entró a la organización en 1982 y, sobre todo, en los 23 años en que ha fungido como su director. Además, en este mundo saturado de egos inflados, Handling se ha distinguido por ser una de las personas más amables y cordiales que uno puede encontrarse. Se le va a extrañar.
Twitter: @walyder