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Prosigue temporada La desobediencia de Marte, de Juan Villoro, en el centro Helénico

La fascinación por el cosmos y el mundo del teatro articulan pieza dramatúrgica

Un ir y venir de 1600 a 2017 contrasta las rivalidades de dos astrónomos y dos actores-personajes

 
Periódico La Jornada
Martes 29 de agosto de 2017, p. 5

En un ir y venir por el tiempo, 1600 y 2017 se entremezclan en La desobediencia de Marte, pieza dramatúrgica de Juan Villoro, que desarrolla temporada en el teatro Helénico.

La fascinación por el cosmos y el mundo del teatro, la vida y rivalidad de los astrónomos Johannes Kepler y Tycho Brahe y de los actores-personajes, Joaquín Cosío (Brahe) y José María de Tavira (Kepler), gravitan y se repelen.

La trama entreteje la admiración y la desconfianza, la amistad y la antipatía, la colaboración y la confrontación de dos científicos quienes, al tiempo que se necesitan para descifrar las órbitas de los planetas, se respetan y desprecian.

Kepler fue un hombre con salud física deteriorada, una vida familiar y económica siempre tocada por la fatalidad. Tuvo que ver fallecer a su hija y enterrarla. Su madre fue acusada de bruja, en una época en la que a las mujeres se les perseguía y mataba, y su padre era un soldado que lo golpeaba. Pese a todo, Kepler era un extraordinario matemático, un científico teórico.

Brahe, en contraste, era un reconocido científico empírico, extravagante y rodeado de privilegios materiales, pues vivía en un castillo, como asesor del rey Rodolfo; había adoptado un enano como mascota y tenía un alce al que paseaba y daba de beber. Sin embargo, Brahe era reconocido por sus tablas de medición y porque a los 26 años pudo refutar a Aristóteles, al descubrir a ojo desnudo una nueva estrella en el firmamento.

El primero conocía el curso de las estrellas mejor que nadie, pero sólo el segundo podía interpretarlas. De ahí su rivalidad, amenazas y envidia.

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Joaquín Cosío (Tycho Brahe, en la imagen) y José María de Tavira (Kepler) protagonizan La desobediencia de Marte, obra que dirige Antonio Castro. La temporada concluirá el primero de octubreFoto Luis Humberto González

Kepler y Brahe

Como parte de su conflictiva relación, para poner a prueba la capacidad de Kepler, Brahe le proporciona los datos de la órbita de Marte, el más caprichoso y recalcitrante de los planetas, pues reconoce que necesita de la mente de Kleper para explicar que no ha vivido en vano, y Kepler necesita las tablas de medición de Brahe para demostrar que no es la Tierra el centro del universo, sino que ésta gira y se mueve alrededor del Sol, descabellada teoría en esa época.

En La desobediencia..., Villoro amalgama otra historia: la de dos actores. Uno veterano, con gran experiencia y trayectoria; el otro, joven, también con talento, quienes ensayan una obra en la que encarnan a Kleper y Brahe.

Entre ambos actores-personajes también hay cierta rivalidad. Uno es la gran promesa del teatro universitario, quien teme desprestigiarse al trabajar con un actor de telenovelas; el otro es un creador escénico, quien antes de dedicarse a hacer comerciales, fue reconocido como gran actor representando a Hamlet, entre otros personajes.

Conforme transcurre ese ensayo, se conocen la vidas íntimas y profesionales de ambos, estrechamente ligadas a partir del suicidio de la madre del actor más joven, quien fue la mujer que más amo, el actor más veterano. En esa relación entre los actores-personajes se revelan y confiesan los motivos por los que ensayan una obra.

Las funciones de La desobediencia... son viernes a las 20:30 horas, sábados a las 18 y 20:30, y domingos a las 17 y 19:30 horas, en el teatro Helénico (Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn).