Un cuento del demonio, a cargo de Emmanuel Márquez, se presenta en el teatro El Granero
Mefistófeles nos recuerda que la condición de inconformes puede llevarnos a vender el alma
Sábado 26 de agosto de 2017, p. 4
La lucha entre el bien y el mal, entre lo correcto y la felicidad personal es la parte esencial del montaje de Fausto: un cuento del demonio, versión para títeres del Fausto de Goethe, que lunes y martes escenifica el actor Emmanuel Márquez en el teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque.
Con adaptación y dirección de Iván Olivares, esa obra narra la creación del diablo Mefistófeles para recordar al hombre sus debilidades, deseos y provocaciones, donde el inconformismo humano puede llevarlo a vender su alma.
El personaje de Mefistófeles, a quien da vida Márquez, muestra cómo el hombre arrastrado por el deseo de adquirir mayor conocimiento, riqueza y juventud vende su alma. Fausto, en la búsqueda del conocimiento, se encuentra con sus propios demonios, con ese lado oscuro que todo ser humano tiene y se ve inmerso en dilemas de amor, de moral, de salvación.
El montaje de Olivares y Márquez se inicia con una explicación sobre quién es Johann Wolfgang von Goethe. El personaje de Mefistófeles brinda al público datos del autor alemán, padre del romanticismo, comparte que la obra Fausto se escribió en 60 años, entre 1772 y 1832, explica que Mefistófeles significa enemigo de la luz
y que es el amo de las tinieblas que gobierna el corazón de todos.
El personaje de Mefistófeles interactúa con el espectador, hace preguntas sobre Goethe y afirma que conoce los pensamientos de todos los hombres y que parte de la naturaleza humana es desear todo lo que no se tiene. También aclara que en el montaje no se cuenta toda la obra Fausto, porque es muy extensa, así que hace la invitación para una lectura completa.
Si creen en Dios, creen en mí
, afirma Mefistófeles al comenzar la escenificación, la cual de manera divertida y con referencias a la circunstancia actual del país, cuenta la historia del doctor Fausto y su obsesión por saber más, así como su relación con la joven Margarita.
A lo largo de la trama, Mefistófeles se interrelaciona con los personajes y conoce cada uno de sus deseos, crea un vínculo entre ellos y se convierte en el alma de todos, de ahí que sea el cuento del demonio. Se trata de su versión, de aquello que los humanos están dispuestos a hacer para lograr sus deseos.
Temas de la cotidianidad
La puesta en escena de Olivares crea un espacio en el que se transita por todos los escenarios planteados en la obra original de Goethe. Recurre a elementos escenográficos, como una paleta que es una iglesia, otra es una casa y una silla para recrear la historia de Fausto.
Uno de los propósitos de Iván Olivares, como director, es que el público reflexione sobre la lucha interminable entre lo bueno y lo malo, la religión, la felicidad y el amor, temas inherentes a la cotidianidad de todos.
Emmanuel Márquez, quien además de interpretar a Mefistófeles manipula los diferentes títeres que aparecen en escena, con humor, logra que el público se conecte con las vivencias de Fausto y sus deseos, que finalmente son los de todas las personas.
Fausto: un cuento del demonio no sólo refleja las debilidades de la persona, también provoca sonrisas en el público, sobre todo cuando llega el momento en que el doctor Fausto rejuvenece y conoce a su amada Margarita.
La temporada de la versión compuesta para un solo actor con títeres de Fausto: un cuento del demonio, con Emmanuel Márquez, concluirá el 12 de septiembre en el teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte, estación Auditorio del Metro); funciones lunes y martes a las 20 horas.