Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de agosto de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Trump:amenazas inaceptables
C

on la frivolidad y la carencia de cualquier noción diplomática que le son características, Donald Trump interrumpió brevemente sus vacaciones de verano para amenazar de nueva cuenta a Venezuela con la posibilidad de tomar acciones militares contra el gobierno de Nicolás Maduro. Desde su campo de golf de Nueva Jersey, el magnate afirmó que tiene muchas opciones para Venezuela y que su país tiene tropas en todo el mundo, en lugares que están muy muy lejos. Venezuela no está muy lejos.

Los amagos del mandatario republicano significan una rápida escalada de las agresiones contra la nación sudamericana, ya exacerbadas por una serie de sanciones políticas y económicas impuestas de manera unilateral por Estados Unidos después de que el Estado bolivariano culminara con éxito la instalación de su Asamblea Constituyente.

Ante el cinismo de las amenazas y la manifiesta voluntad de violentar la legalidad internacional para imponer un régimen a modo en uno de los últimos bastiones de la ola soberanista que durante la década pasada puso freno a los designios de Washington en la región, resulta insostenible la especie de que está en juego una preocupación por la crisis que atraviesa la población venezolana y, en cambio, queda al descubierto la pretensión de apoderarse de los ingentes recursos naturales de la nación sudamericana –que, no debe olvidarse, está asentada sobre las mayores reservas de petróleo del mundo.

Por otra parte, no puede perderse de vista que la bravata del ex presentador de televisión se produce en medio del cerco judicial en que se encuentra su administración debido a los cada vez más inocultables acercamientos entre sus colaboradores más cercanos –incluidos su yerno y su hijo mayor– con agentes rusos que buscaban influir en las elecciones de noviembre pasado que llevaron a Trump a la Casa Blanca. No puede pasarse por alto que los desplantes contra otros países han sido una táctica recurrente del mandatario para distraer a la opinión pública local de las investigaciones paralelas que el Departamento de Justicia y ambas cámaras del Congreso conducen por la posible colusión para alterar el curso de los comicios, así como por los intentos del gobierno para obstruir las propias pesquisas.

Pero se trate de un auténtico aviso de intervención por parte de Trump o de la enésima bravuconada para liberar las presiones que asfixian a su mandato, lo cierto es que debe ponerse fin a la normalización de las amenazas de Estados Unidos y sus aliados contra naciones soberanas y a la inaceptable tesis de que los cambios de gobierno pueden imponerse desde el exterior. El respeto a la autodeterminación del pueblo venezolano es el punto de partida irrenunciable a cualquier salida a la crisis económica y política que enfrenta el país petrolero.