El próximo 15 de agosto se cumplen 100 años del nacimiento del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinados en 1980 y quien fue beatificado por el papa Francisco en 2015.

Su legado, particularmente la defensa de los pobres y su lucha por el respeto a los derechos humanos, sigue vigente, aseguraron diversas organizaciones pertenecientes al comité promotor de las actividades que se realizan para conmemorar la fecha, entre ellos el Observatorio Eclesial (OE), el Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con América Latina (Sicsal-México), Serapaz y el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria.

En México y en El Salvador se realizarán diversos actos conmemorativos, entre ellos foros, conversatorios y peregrinaciones.

En el país, mañana 5 de agosto se proyectará la película Romero en la Institución Javeriana; el 12 de agosto habrá una celebración ecuménica en la parroquia anglicana de la Sagrada Familia y el día 15 habrá un encuentro velada cultural en la Casa de la Solidaridad Sergio Méndez Arceo.

Maricarmen Montes, integrante del comité organizador de #Romero100pre y de Sicsal-México destacó la vigencia del pensamiento del arzobispo salvadoreño y dijo que su legado es un llamado a la Iglesia católica a que despierte, a que vea lo que está pasando y se comprometa con los que sufren.

Las agrupaciones señalaron que las causas por las que Romero luchó y por las que le arrebataron la vida (fue asesinado el 24 de marzo 1980), están vigentes: la pobreza, la desigualdad; el gran contraste entre quienes poseen la riqueza de nuestros pueblos, a quienes se les ha arrebatado, están ahí. La violencia, la expulsión el desplazamiento de miles de mujeres y hombres de todo el mundo cada día es mayor.

Agregan que en El Salvador y casi toda Centroamérica sufren los estragos de la voracidad de las trasnacionales en complicidad con los gobiernos que se someten a sus exigencias.

Indican que en América Latina prevalece el despojo, el saqueo de recursos mediante la minería, el narcotráfico que arrasa y corrompe con sus plantíos de amapola y de todo tipo de estupefacientes.

El crimen organizado somete a sus reglas a adolescentes y jóvenes que se deslumbran con el dinero rápido y aparentemente fácil, rompiendo el tejido de las comunidades y provocando una violencia que no tiene límites, asesinado a defensores de derechos humanos, periodistas, mujeres ambientalistas y a todos quienes se opongan a sus intereses.