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Puntos sobre las íes

Recuerdos Empresarios LVII

N

oviembre de 1973.

Septiembre de 1978.

En aquella fecha –para mí, inolvidable– tuvo lugar en la plaza México el festival en que se descubrió y colocó la escultura de don Fermín Espinosa Saucedo, a lo que me referido más que sobradamente, y, eso sí, con desbordada emoción.

Cinco años más tarde, en esa segunda fecha, se nos fue el hombre ejemplar, uno de los más grandes toreros de todos los tiempos y un amigo por además recordado.

¡Todo un señor!

***

Y así, con desbordada emoción, aunque ustedes no lo crean, todos los días recuerdo a mi inolvidable padre, don Abraham Bitar Gelati, y a su también inolvidable socio, don Alfonso de Icaza Green, amos y señores del periodismo mexicano y quienes supieron imprimir en las páginas de El Redondel toda una escuela de honradez para tantos y tantos informadores y de honor a la vida.

Y en uno de esos días que para mí son una renovación de admiración y respeto, volví a recordar cómo supieron enfrentarse a innumerables sinsabores, con una entereza y una confianza que sólo les es propia a los auténticos grandes hombres.

Y de aquellos aciagos días, que muchos hubo, recuerdo la saña de quien se dio a combatirlos, pretendiendo acabarlos, ya que no pudo comprarlos: el tal vez más nefasto de los empresarios taurinos que en México ha sido: Eduardo Margeli Furcó, El Gaditano.

¿Quién era?

¿De dónde salió?

Versiones hubo muchas, pero lo que parece ser cierto es que nació en Cádiz y que de joven se empleó en una carpintería y, como tampoco la hizo, decidió probar fama y fortuna en México, emprendiendo el viaje en compañía del matador Juan José Durán El Pipa. Poco después de desembarcar en Veracruz, tomó parte en algunos festejos en calidad de banderillero, y fue en Cuernavaca donde tuvo su bautizo de sangre por un toro que había sido ya apuntillado y que lo hirió gravemente.

Al parecer, tardó un buen tiempo en sanar y recuperarse y, por fin, a principios del año 1900 toreó en la capital y –seguramente no muy ducho que digamos en la lidia de reses bravas– un astado de Santín le infirió una tremenda cornada en el pecho, de la que milagrosamente salvó la vida, pero quedado impedido definitivamente para enfrentarse a las reses bravas.

Llaverito y El Pipa, sabiendo de su condición física y de sus penurias económicas, decidieron organizar un festejo a su beneficio, en 1901, el cual, se publicó, tuvo una utilidad de 250 pesos que le arrojaron los aficionados capitalinos.

Margeli, obviamente, tuvo que buscarle por otros rumbos, muy lejanos de los ruedos y del aserrín, así que anduvo por aquí y por allá hasta encontrar refugio y acomodo con algunos toreros que de España llegaban, ayudándolos con diferentes gestiones ante las autoridades y también montó contados festejos en pueblos altamente desconocidos”.

En sociedad con otro hispano, Manuel Martínez Feria, formó una pequeña cuadrilla juvenil mexicana, en la que militaba Saturnino Frutos Ojitos, quien años más tarde sería el maestro del gran Rodolfo Gaona.

Y una cosa llevó a la otra: decidió incursionar en las lides del apoderamiento, y se dijo –aunque no he podido comprobarlo– que llevó a Carmelo Pérez y a Esteban García, rivales que fueron, lo que en mucho ayudó a Margeli para hacerse de algo de dinero.

Pero Margeli, para ese entonces, se sentía amo y señor de la fiesta en México, y cuando el picador Román Guzmán, apodado El Chato decidió fundar, en 1933, la Unión de Picadores y Banderilleros, intentó disuadirlo de su empeño y, en vista de no poder convencerlo, quiso sobornarlo ofreciéndole 15 mil pesos y colocarlo con varios de los matadores punteros de aquellos años.

El Chato le dijo que nones, y para poder subsistir tuvo que vender sus trajes de picador y algunas de sus puyas, y Margeli, para dejar sentado quien era el amo, al banderillero también fundador, Saturnino Bolio Barana, lo amenazó con no volver a ver un pitón, teniendo éste que emigrar a Lima, máxime que el hispano le dijo te vas a sacrificar y tus compañeros jamás te lo van a agradecer

De ese calibre era.

(Continuará)

(AAB)