Opinión
Ver día anteriorLunes 17 de julio de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El cinismo como estrategia política
E

l documental Get Me Roger Stone, producido por Netflix y cuya trama está basada en una de las más controvertidas figuras del submundo de la política en Estados Unidos, es una ventana que permite encontrar algunas claves que explican la grave crisis ética y moral que atraviesan algunos sectores que forman el complejo entramado de la política en ese país. ¿Quién es este personaje que pudiera ser el protagonista de una novela de Mario Puzo o uno de los maquiavélicos y cínicos personajes de Shakespeare en Ricardo III?

Stone, quien se define como provocador, ha sido sujeto y objeto de los más contradictorios comentarios en un sinnúmero de tabloides y algunos diarios estadunidenses. Para él, la política no es sino un espectáculo mediático para gente desagradable. Su admiración por Nixon la manifiesta cuando, con orgullo, muestra un tatuaje de éste en su espalda. A los 19 años Stone fue uno de los artífices en la relección del tristemente célebre personaje. Por la sospecha de su participación en la conspiración de Watergate, fue llamado a comparecer en los juicios que dieron origen en la defenestración de quien era conocido como Tricky Dicky (Ricardito el Tramposo).

Después, Stone fue pieza fundamental en la relección de Ronald Reagan, y años más tarde, clave en la elección de Donald Trump. Para él no hay diferencia alguna entre la verdad y la calumnia; su credo es ganar, no importando qué tan sucias sean las argucias. Una de sus más celebradas estratagemas fue la que usó para apoyar la campaña de George W. Bush. Convenció a Pat Buchanan de que tendría una mejor oportunidad de ganar la elección si abandonaba el Partido Republicano y, en cambio, se presentara como candidato del naciente Partido Reformista, creado por Ross Perot. Al mismo tiempo, trató de convencer también a Donald Trump para que se postulara por el mismo organismo. Trump, con su acostumbrada forma de mentir, propagó la especie de que Buchanan era antisemita, admirador de Hitler y que le disgustaban los negros y los homosexuales. A su vez, Stone se encargó de difundir que Buchanan tenía un hijo ilegítimo. El resultado fue que este último obtuvo menos de uno por ciento de la votación, y el Partido Reformista desapareció. Con singular cinismo, Stone admite haber jugado un papel en todo el desaguisado.

Otro de los siniestros personajes que aparece entre las conexiones de Stone es el abogado Roy Cohn, al que en el documental se le clasifica como persona singularmente diabólica. Formó parte también del equipo de Nixon y en 1953 fue consejero en jefe del siniestro congresista Joe McCarthy. Mentor de Stone y Donald Trump, Cohn aparecerá años después como uno de los cercanos al actual huésped de la Casa Blanca.

Muchos de los personajes que aparecen en el documental han sido protagonistas en meses pasados del drama sobre las relaciones entre el Kremlin y los colaboradores y ex colaboradores de Trump, incluido Paul Manafort, quien fue su jefe de campaña. Lo más significativo de todo es que, a pesar de las evidencias que a diario aparecen en la prensa, no han mellado la popularidad de Trump, quien, al menos entre los republicanos, se mantiene por arriba de 80 por ciento. Habrá que ver si las declaraciones que motu propio hizo su hijo sobre sus relaciones con los rusos tienen algún efecto dentro del Partido Republicano. Aunque, visto en perspectiva, no debiera descartarse que sea una estratagema más del propio Stone para abonar en el cinismo que parece haberse apoderado de algunos miembros de ese organismo. O será, como dijo un comentarista político, a los electores les interesan los problemas económicos y el plan de salud, no lo que sucede entre Rusia y Estados Unidos.

Vale el documental por su actualidad y la constatación del nivel a que ha llegado el cinismo y oportunismo de algunos personajes que han desacreditado la política a niveles lamentables.