Remesas, pilar económico
Treinta años=384 mil mdd
Mengua bono demográfico
as vueltas que da la vida: los expulsados de su tierra por carecer en ella de oportunidades, los que se vieron obligados a buscar la vida en otra parte con todos los riesgos implícitos, los paisanos, pues, paradójicamente se han convertido –vía remesas- en uno de los más sólidos pilares de la propia economía que los echó y sustento de sus familias que aquí quedaron.
Lo que México captaba por remesas en un sexenio ahora lo obtiene en unos pocos meses, y no porque el monto unitario de los envíos registre un crecimiento notorio, sino porque, crisis tras crisis, el número de mexicanos en Estados Unidos ha crecido de forma espectacular.
De acuerdo con la estadística del Pew Research Center, en 1960 apenas 6 por ciento de los inmigrantes en Estados Unidos nacieron en México (poco menos de 600 mil en aquella fecha), una proporción que en 2015 se había elevado a 27 por ciento (alrededor de 12 millones), es decir, un crecimiento de 450 por ciento en el periodo. Esta última cifra representa alrededor de 10 por ciento de la población total de nuestro país, es decir, a estas alturas, uno de cada 10 mexicanos vive en Estados Unidos. Ello, con todo y el cúmulo de leyes antiinmigrantes, muros, violación de los derechos humanos y persecución policiaca.
El ingreso por remesas se ha convertido en el más importante para el país, incluso por arriba del aportado por el petróleo, la inversión extranjera directa y el sector turístico. La información más reciente revela que en mayo pasado el país captó, por el primero de los conceptos, 2 mil 586 millones de dólares, de tal suerte que el acumulado en los primeros cinco meses de 2017 sumó 11 mil 532 millones de dólares.
Para dar una idea de qué se trata, en el sexenio salinista el ingreso total por remesas sumó 12 mil 500 millones de dólares, en números cerrados, una cantidad similar a la registrada en tan sólo cinco meses del presente año.
De enero a mayo de 2017 el ingreso por exportación petrolera sumó 6 mil 989 millones de dólares, de acuerdo con la información de Petróleos Mexicanos, es decir, 4 mil 543 millones menos que el monto de las remesas en igual lapso. Cierto es que el precio de exportación del crudo nacional y el volumen colocado allende nuestras fronteras no pasan por su mejor momento, pero el comparativo resulta útil para entender de qué tamaño es la aportación de los expulsados de su tierra a la economía que los echó de su patria.
En esta materia, al sexenio peñanietista nada mal le ha ido, pues en lo que va de esta administración México ha captado remesas por alrededor de 112 mil millones de dólares, y de mantenerse el ritmo que se registra podría concluir su periodo constitucional con más de 152 mil millones, algo así como el equivalente a 15 por ciento del producto interno bruto. A estas alturas cerca de 12 millones de compatriotas viven y laboran en Estados Unidos.
En el otro extremo, 16 magnates mexicanos acumulan fortunas cercanas a 116 mil millones de dólares (de acuerdo con Forbes), la mayor parte de las cuales provienen de empresas que pertenecieron al Estado y/o de negocios con bienes de la nación.
Como se menciona líneas arriba, en el sexenio salinista la paisanada envío recursos por un total de 12 mil 500 millones de billetes verdes; con Ernesto Zedillo ese monto se incrementó a 30 mil 500 millones, es decir, un crecimiento de 244 por ciento en seis años. Al cierre del periodo constitucional del ahora consultor
de empresas trasnacionales alrededor de 9 millones de mexicanos habían emigrado a Estados Unidos (cifras oficiales), ciento por ciento más que el número registrado en el gobierno de la solidaridad
.
Con Vicente Fox en Los Pinos (el tipejo que presumía que México exporta jardineros de muy buena calidad
e invitaba a los gringos a contratarlos, en una suerte de presidente-pollero
) las remesas acumuladas en el sexenio sumaron 92 mil millones de dólares, más del doble de las captadas en las administraciones de Salinas y Zedillo. Para entonces, el número de mexicanos que emigraron al vecino país del norte se aproximó a 11 millones.
En el sexenio de Felipe Calderón, promovida la industria de los jardineros
y en medio de una crisis de proporciones históricas, los paisanos enviaron remesas por 139 mil millones de dólares, con todo y que los gringos apretaron las tuercas contra los inmigrantes mexicanos. Dicha cantidad resultó más de mil por ciento mayor a la registrada en el sexenio salinista.
Desde luego que el sector empresarial – mexicano y gringo– no desaprovecharon la oportunidad que brindaba la creciente expulsión de mano de obra mexicana, y del cobro de abultadas comisiones por el envío de dinero hicieron su nuevo filón. Aquí y allá los empresarios
cobran el servicio
a precio de oro, lo que se ve reflejado en sus respectivas fortunas.
De 1988 a 2017 (de Salinas a Peña Nieto) México captó algo así como 384 mil millones de dólares por concepto de remesas, un monto representativo de 35 por ciento del producto interno bruto mexicano a precios actuales, un monto sólo superado –en sus mejores momentos– por la venta de oro negro en el extranjero.
Sin embargo, el grueso de esa cantidad ingresó al país en los últimos tres sexenios (Fox, Calderón y EPN): 341 mil millones de billetes verdes, que han sido útiles no sólo para mejorar el nivel de vida de las familias receptoras, las de los paisanos, sino para sostener a la economía nacional, pues en esas casi tres décadas esta República de discursos ha registrado zarandeo tras zarandeo, con la consecuencia inmediata de la salida de capitales de los magnates y los no tanto. Así es: unos ingresan y otros, muy pocos, saquean.
Cuando el neoliberalismo asaltó Los Pinos, en 1982, el número de mexicanos –nacidos aquí– emigrados a Estados Unidos se estimaba en alrededor de 2 millones; tres décadas y media después, más los resultados de una política económica fallida para el grueso de los habitantes del país, ese número creció a cerca de 12 millones de personas, es decir, la expulsión de mano de obra se multiplicó por seis, y contando.
Las rebanadas del pastel
El Inegi informa que, de acuerdo con el Conapo, en 2017 el número de habitantes en el país es de 123.5 millones (sin considerar los 12 millones que mandan remesas.), y de ellos 52.8 por ciento son niños y jóvenes. Veintisiete años atrás esa proporción fue de 67.6 por ciento, de tal suerte que, sin más, México se está comiendo su bono demográfico
.
Twitter: @cafevega