El reciente motín en el penal de Acapulco, donde 28 reos fueron asesinados y tres más resultaron heridos por disparos de arma de fuego, forma parte de una serie de casos provocados por los altos niveles de hacinamiento y autogobierno que existen en prácticamente todas las cárceles del país, aunado a la incapacidad y colusión de las autoridades, señalaron académicas especializadas en el tema.

Guadalupe Álvarez, coordinadora de investigación del colectivo Asilegal, subrayó que de acuerdo con los análisis que ha hecho la organización sobre este tema en los recientes 10 años, la sobrepoblación es uno de los vicios que más perjudican al sistema penitenciario, a tal punto que 132 de las 365 cárceles que existen en México presentan este conflicto.

Como resultado de lo anterior, las condiciones de vida de las personas que se encuentran privadas de la libertad se deterioran de forma constante, lo cual los pone en una situación de mayor vulnerabilidad para que sean violadas sus garantías fundamentales, como el derecho a tener alimentos en buenas condiciones, limpieza, infraestructura adecuada y seguridad.

Esta situación es particularmente grave en Guerrero, cuyas cárceles ocupan en cuanto a deficiencias el segundo lugar a escala nacional, con una calificación de apenas 4.39 puntos en una escala del uno al 10, según el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Respecto del autogobierno de reos, Álvarez destacó que la mayoría de los centros de reinserción social de todo México presenta dicho fenómeno, y advirtió que los estados con calificaciones más bajas en el recuento de la CNDH son justamente Guerrero, Nayarit, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas, Oaxaca, Tabasco, Chiapas y Nuevo León, entre otros.

Por su parte, Aída Hernández, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, recalcó que uno de los elementos que facilitan la degradación de los centros penitenciarios del país no sólo es la corrupción o la ineficiencia de las autoridades, sino también la idea generalizada de que los reos no tienen por qué disfrutar de ningún derecho.

Por tal razón, miles de hombres jóvenes, sin acceso al trabajo ni al empleo y, por tanto, con muy bajos niveles de ingresos económicos, son víctimas de un sistema que los margina y los priva de cualquier posibilidad de salir de dicho círculo.