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Rinden homenaje al humanista y colaborador de La Jornada en su 70 aniversario natal

La poesía de Montemayor protagonizó acto in memoriam en la UNAM

Se definía como poeta y lo fue en relevancia, dijo el investigador Sergio López Mena

 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de junio de 2017, p. 6

El poeta Carlos Montemayor (1947-2010) una vez más subió al monte de su pueblo, Parral, encima de sus recuerdos y de su vida para celebrar el 70 aniversario de su nacimiento, en su alma mater, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Tres poemas del humanista cobraron vida en voz alta la noche del pasado martes, en un acto in memoriam titulado Poemas de la tierra natal, en el Instituto de Investigaciones Filológicas. El atardecer es como un gran árbol rojo cubriéndonos con su sombra.

Uno fue recitado por el propio Montemayor, en un video en el que se sucedían escenas del pueblo minero en Chihuahua que lo vio nacer el 13 de junio de 1947.

La lectura de Arte poética y Memoria de las noches estuvo a cargo de su hermana Martha Elena. Hablan de nuestro pueblo, de nuestros padres, de los nogales, un río que ahora ya no está tan vivo y unas frutas que se llaman persimonio, expresó.

Marco Antonio Campos, poeta, ensayista y traductor, comentó cada uno de los tres poemas seleccionados para conmemorar a Montemayor, publicados en Finisterra en 1982.

Simplemente es tratar de exponer en prosa lo que dice Carlos, la lectura personal, enunció antes de desmenuzar las conversaciones implícitas y el hilvanar de las metáforas, así como la presencia influyente de Los demonios y los días, de Rubén Bonifaz Nuño, uno de los mentores del autor de Las armas del alba.

Montemayor sabía, como su gran maestro Borges, que no hay hecho o cosa en el mundo que no esconda un misterio, dijo.

Al hablar de Memoria de las noches, donde vuelve a los recuerdos de la infancia, Campos apuntó: El diálogo de los padres y su posterior silencio resumen el enigma del universo en un momento del siglo XX en un pueblo minero del norte mexicano, está cifrado, pero no será descifrable.

Y añadió: En breves líneas Carlos Montemayor nos da a la vez un ciclo donde se unen el absoluto de las cosas y lo secreto que hay en esa íntima música que una vez fue oída, pero que ya no será escuchada.

Decidió que lo suyo había de ser la condición humana y la escritura

Antes, el investigador Sergio López Mena ahondó en la biografía y la suma de libros que Carlos Montemayor legó, principalmente su obra poética. Fue en la UNAM donde el homenajeado cursó las licenciaturas en derecho y en letras. Había decidido que más que la abogacía, lo suyo había de ser la condición humana y la escritura.

Los premios, becas, la obra narrativa, el ensayo y la traducción fueron enumerados a detalle para dar paso a la esencia plasmada en versos. Carlos Montemayor se definía como poeta. Lo fue en relevancia, dijo López Mena. Soy mi memoria excitada que llueve, leyó entre la larga obra que publicó durante décadas.

Y al final del homenaje rendido al colaborador de La Jornada, desde el audio y la pantalla Carlos Montemayor –quien falleció el 28 de febrero de 2010–, se escuchó en el recinto: La tarde es amplia, segura, aquí en lo alto del monte. Estoy solo. Amo este monte como si estuviera en lo alto de la música que amo. Cae la tarde llamando a sus últimas horas.

Entre imágenes de nubes, cual ramas en el cielo de Chihuahua, estaba la tarde enrojecida, luminosa, como si fuera la única fuente de todas las cosas.