El grupo del Comandante Emilio tenía muy bien definido su método, afirman autoridades
Pesquisas emprendidas en 2004 lo único que arrojaron fue que se trataba de un grupo guerrillero
Sábado 24 de junio de 2017, p. 13
Uno o dos secuestros al año. Durante más de una década la banda a la que pertenecía el chileno Raúl Escobar Poblete no modificó nunca su manera de operar: las víctimas eran tratadas como mercancía fina y sólo se les maltrataba para presionar a las familias de los plagiados. Nunca habían mutilado a nadie, tampoco habían actuado presionados por una enfermedad de sus víctimas, pero esos factores los llevaron a caer en el error y que uno de sus más importantes miembros, el Comandante Emilio, acusado de ultimar en 1991 al senador pinochetista Jaime Guzmán, y participante en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, fuera detenido en Guanajuato.
Funcionarios que participan en el Gabinete de Seguridad Nacional señalaron que Escobar Poblete quien se encuentra detenido con fines de extradición a solicitud del gobierno de Chile, participaba en el grupo de plagiarios que operaba en distintas zonas del Bajío y en estados Michoacán, y cuyas víctimas siempre fueron objetivos de alto nivel por los que se exigían cantidades millonarias en dólares a cambio de su liberación.
La mayor parte de las víctimas no han sido identificadas por las autoridades. En muchos casos la liberación se negoció sin la participación de la policía y el dinero de los rescates no fue ubicado en el circuito financiero mexicano.
Triangulación desde el extranjero
Para evitar que se ubicara a los solicitantes del rescate, los miembros del grupo, incluido Escobar Poblete, emprendían viajes a Colombia y naciones centroamericanas, y desde allí triangulaban las llamadas de negociación.
Las fuentes consultadas señalaron que desde 2004 autoridades de varias entidades, entre ellas la capital de la República, iniciaron averiguaciones previas que no concluyeron, pero que daban indicios de esta banda a la que incluso se creyó que se trataba de un grupo guerrillero.
Uno de los primeros casos en ser conocido de manera pública fue el secuestro del empresario Eduardo García Valseca, hijo del coronel José García Valseca, quien llegó a ser dueño de la Organización Editorial Mexicana.
El empresario estuvo en cautiverio del 13 de junio de 2007 al 24 de enero de 2008. Sin embargo, versiones nunca desmentidas por las autoridades refirieron que su familia no pudo reunir la cantidad exigida y por ello se tuvo que realizar un cambio de rehenes.
El segundo caso, fue el plagio del panista Diego Fernández de Cevallos. El 14 de mayo de 2010, el político fue visto por última en un café en la ciudad de Querétaro, donde al filo de las 23 horas abordó su camioneta y se dirigió a su rancho La Cabaña, en el municipio de Pedro Escobedo.
Hasta el 20 de diciembre de 2010, luego de siete meses y una semana, el panista fue liberado.
En todos los casos, según las autoridades entrevistadas, las víctimas permanecieron en cuartos de concreto a oscuras, desnudos y con capuchas en la cara. En ocasiones fueron obligados a escribir cartas para sus familias pidiendo que pagaran los rescates exigidos, en otras se les ponía al teléfono y eran golpeados como presión para la entrega de dinero.
Los trataban como mercancía fina, los maltrataban pero cuidaban su salud y nunca mutilaron a sus víctimas
, señalaron las fuentes consultadas. Por eso, en caso de que pudieran escapar, los secuestrados nunca sabían donde estuvieron ni podían describir el lugar.”
Raúl Escobar Poblete fue detenido por autoridades del estado de Guanajuato el pasado 31 de mayo. Portaba identificaciones que lo acreditaban como mexicano con el nombre de Ramón Guerra. Pero cuando se confrontó la información con bases de datos del gobierno federal, se descubrió que se trataba de un prófugo de la justicia chilena que desde 1996 había cambiado su identidad y se había avecindado en San Miguel de Allende.
En su último plagio cambiaron sus estrategias, la víctima requería medicamentos con mariguana para un padecimiento, y ello obligó a comprar droga, lo que los acercó a traficantes de estupefacientes. Por ello –dijeron las autoridades– presionaron más a los familiares, mutilaron a la víctima, enviaron un dedo dentro de una caja y contrataron a un taxista para que entregara el paquete.
El taxista sintió miedo de que lo asesinaran al ver que era seguido por una camioneta, y llamó a la policía, por eso se logró la detención de Escobar Poblete, en posesión de dos cartas escritas por su víctima. El chileno se encuentra detenido en un penal de máxima seguridad en espera de ser extraditado o juzgado o México.