a transmisión de espectáculos deportivos de todo tipo en las redes internacionales de medios de comunicación es un signo de la época. En un mundo donde los valores dominantes son el consumo compulsivo para desechar y volver a consumir, el sorprendente desempeño de atletas de renombre mundial se ha convertido en un inmejorable vehículo para deslumbrar a millones de espectadores con anuncios comerciales de todo tipo de bienes y servicios. Podría pensarse que la disponibilidad de estos espectáculos provocaría un incremento notable en la activación física de los espectadores y en la disminución de padecimientos ligados con la obesidad, pero no es así. El incremento de horas sentados ante el televisor no implica un mayor deseo de practicar algún deporte, porque ningún gobierno ha estudiado el fenómeno con la debida profundidad para diseñar y transmitir los mensajes orientados a mejorar el estado de salud de la población en su conjunto.

Los resultados que Zacatecas obtuvo en las Olimpiadas nacionales recientemente concluidas han sido los peores para la entidad: únicamente 13 medallas. Podría señalarse que el escaso desarrollo económico del estado se refleja en el rendimiento de los jóvenes participantes, lo que sin duda ocurre, aunque en el medallero aparecen entidades menos desarrolladas. La cantidad y calidad de las instalaciones deportivas, sin duda, son un factor que influye en la calidad de los atletas que nos representan, pero si creemos la información gubernamental, la anterior administración construyó un número significativo de espacios para la actividad física.

Lo anterior lleva a revisar la calidad de los recursos humanos que conducen la actividad física en el estado, así como las ligas y asociaciones deportivas. Los nuevos responsables del deporte de Zacatecas están obligados a realizar una rigurosa evaluación de todos los factores que influyeron en los malos resultados y proponer, en un breve plazo, medidas correctivas.