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Auxilia Sedeso a deportados en su travesía para reintegrarse al país

Personal de la dependencia les otorga alimentos y les permite llamadas a estados

En tres meses, el gobierno capitalino ha atendido a 3 mil 604 repatriados

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Tras ser deportado de Estados Unidos, Jorge señaló que pretende vivir en Ensenada, Baja California, con el fin de que sus tres hijos, que se quedaron en territorio estadunidense, puedan visitarloFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de mayo de 2017, p. 31

Tres días a la semana, más de un centenar de migrantes deportados de Estados Unidos son trasladados en unidades tipo escolar del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a las centrales de autobuses del Norte, Sur, Oriente y Poniente de la capital. Sus únicas pertenencias son: un costal de plástico de color naranja, donde llevan su ropa y zapatos, así como el boleto con destino a su lugar de origen.

Personal de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) capitalina les ofrece una caja con almuerzo, pero antes de aceptarlo los inmigrantes preguntan: “¿It’s free?” (gratis). Además, les comentan que pueden llamar a sus familiares radicados en los estados de la República o Estados Unidos.

Al ingresar a la terminal, los que traen algunos dólares se enfrentan al problema de cambiarlos por pesos, ya que las casas de divisas les solicitan una identificación, la cual no tienen, o se los quieren comprar por menos de su valor. En el caso de las tarjetas, las comisiones que cobran los bancos son altas y al final pagan mucho por el número de intentos que hacen en los cajeros para retirar dinero.

Algunos tienen que esperar de tres a ocho horas para la salida de su camión, tiempo en que son auxiliados por Sofía, Guadalupe, Gerardo, Óscar y los licenciados Raúl y Hugo, de la Sedeso, en la Central del Norte, como parte del Servicio de Atención a Migrantes en terminales, que anunció el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, en febrero pasado.

Como muchos no traen dinero para comer se les ofrece un almuerzo y si requieren ir baño con mostrar su hoja de repatriación pueden entrar gratis; el morral de plástico es una de las cosas que quieren tirar primero, por lo que, quien tiene dinero, pregunta dónde puede comprar una maleta. Los orientamos e incluso los acompañamos, explicó Alejandro Nuevo Tinoco, coordinador del Programa Poblaciones en Situación de Calle del Instituto de Asistencia e Integración Social (Iasis).

A tres meses de arrancar el Servicio de Atención a Migrantes, el Gobierno capitalino ha atendido a 3 mil 604 repatriados, entregado 7 mil 450 almuerzos y permitido que los connacionales realicen 950 llamadas a 23 lugares de Estados Unidos y 20 estados de la República mexicana.

Orgullo nacional

Jorge, de 49 años de edad, fue uno de los migrantes repatriados que arribó a la Central de Autobuses del Norte esta semana junto con otros 80 connacionales deportados.

Sobresalió del grupo por llevar una playera con el escudo nacional, a diferencia del resto que en su mayoría viste el pantalón gris y la playera o sudadera blanca característicos del centro de reclusión en el que estuvieron en los últimos meses.

Me siento orgulloso de ser mexicano, indicó al explicar por qué se puso esa playera. Soy de Indios Verdes, en 1981 me llevaron a Los Ángeles, dijo.

Sus planes son establecerse en Ensenada, Baja California, para que su familia (tres hijos mayores y una pequeña de cuatro años) puedan venir a visitarlo.

Busca exprimir al máximo las poco más de 24 horas que estará en la Ciudad de México. Primero irá a la casa de su tía en Peralvillo, a la que desde hace 16 años no ve, y luego a comer chilaquiles a Garibaldi.

Narró que por andar en una pandilla lo deportaron por primera vez de Estados Unidos cuando tenía 16 años, y como tenía familia en Ensenada se fue para allá unos meses, antes de cruzar de nuevo la frontera.

Se puso a estudiar tapicería y se instaló en Venice Beach, distrito de Los Ángeles, California. Me iba bien, hacía trabajos de tapicería en los barcos, tenía un restaurante donde vendía tamales de espinaca con queso, uno por dos dólares, tres por cinco o la docena a 20, recordó.

En abril de 2016 su vida cambió, ya que cuando iba a comprar un hilo, los oficiales le pidieron que se detuviera y colocara un dedo sobre la pantalla de una máquina. Sus antecedentes penales aparecieron y fue llevado al Centro de Detención Metropolitano de Los Ángeles y de ahí fue al de Tacoma, Washington.