Ultimátum unitario
En Edomex; no en 2018
Corral y la seguridad interior
Box en vivo
por televisión abierta
ndrés Manuel López Obrador ha notificado a los partidos genéricamente guarecidos bajo la denominación de izquierda
, como el de la Revolución Democrática (PRD), el del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC), que cuentan con pocos días para definir (de preferencia, dando una conferencia de prensa) si desean subirse al tren de Morena rumbo a 2018. El boleto para acceder a esa suerte de premio político consiste en que esas organizaciones se unan a la candidatura de Delfina Gómez para gobernar el estado de México. Lo demás les sería dado por añadidura.
Ese llamado a la unidad en torno a Morena no se apega a los criterios usualmente aceptados para procesar tal tipo de decisiones. El exhorto se ha hecho y se ha reiterado ante periodistas, pero los dirigentes de las fuerzas convocadas aseguran que no ha habido otra forma de comunicación, cuando es fundamental que esas propuestas se dialoguen y negocien antes de ser anunciadas.
Ha sido de rechazo la primera reacción de los dirigentes de los partidos así incitados a unirse a Morena. No les satisfacen las formas ni el fondo de lo planteado por el tabasqueño. A algunos les pareciera que López Obrador busca transferirles el costo de una eventual derrota forzada ante el PRI, partido que parece dispuesto a llegar a los extremos que sean necesarios con tal de no perder el coto familiar y grupal del peñismo ni dar pie a que se supusiera imparable la marcha de Morena hacia Palacio Nacional.
El ultimátum dado al trío de anteriores promotores de las candidaturas presidenciales de López Obrador cierra las puertas a las posibilidades de unidad en 2018 a partir de las condiciones específicas de una elección estatal en 2017, en la que no se tejieron oportunamente las condiciones para esa unidad ahora súbitamente reclamada (en la primera convocatoria, AMLO mencionó las cuatro entidades donde este año habrá elecciones, espectro que luego redujo al ámbito mexiquense).
Grave es que, a causa de la manera en que cada partido decidió con toda oportunidad conducir sus procesos internos, no haya unidad electoral en el estado de México de eso llamado izquierdas
. Grave será que la elección mexiquense de 2017 constituya el punto inflexible de cancelación de opciones de alianzas opositoras ante un priísmo que, gane o pierda Alfredo del Mazo, desplegará toda su peligrosidad política, con sentido nacional, a partir de la asamblea que realizará en la primera quincena de agosto próximo.
La detención del diputado federal suplente Antonio Enrique Tarín García da un respiro al gobernador panista Javier Corral Jurado. Como se sabe, Tarín pretendió tomar posesión de una curul a la muerte del titular, quien falleció en un accidente carretero. Como había una orden de aprehensión en su contra, por considerarlo partícipe de algunos de los muchos actos de corrupción que permitió y promovió el priísta César Duarte Jáquez, el mencionado Tarín se atrincheró
en el Palacio Legislativo de San Lázaro, con el evidente apoyo de autoridades de esa cámara. El aspirante a rendir protesta como diputado fue visto, sonriente y relajado, mientras esperaba durante horas que llegara un amparo que le permitió eludir las pretensiones policiacas de atraparlo. Aprehendido en la Ciudad de México y llevado a Chihuahua, Tarín permitirá centrar la atención política de esta entidad en el tema de la batalla contra la corrupción escandalosa que practicó Duarte Jáquez.
Por su parte, Corral ha estado en el centro de una fuerte campaña de desacreditación, desde medios editados en la Ciudad de México, que pretende responsabilizarlo, casi en exclusiva, por la creciente inseguridad pública en la entidad. Además, hay ánimos que le son adversos en segmentos del gabinete federal de seguridad, a partir de que fue el único de los 11 gobernadores panistas que no suscribió un comunicado en demanda de que el Congreso de la Unión ya apruebe la ley de seguridad interior. Esa postura de Corral generó fuerte molestia en élites castrenses, lo cual podría traducirse en menos entusiasmo en el apoyo a las faenas contra el crimen organizado.
La pelea sabatina entre dos boxeadores comercialmente inflados (sobre todo el sinaloense Julio César Chávez júnior) colocó de nueva cuenta a las dos cadenas clásicas de televisión abierta en México, Televisa y Televisión Azteca, al filo de la mendacidad y la manipulación.
Ya estaban inundadas las redes sociales de críticas a la pobre exhibición del mencionado júnior ante el jalisciense Saúl Álvarez, apodado el Canelo (quien había ganado por decisión unánime una especie de carísimo entrenamiento en Las Vegas, Nevada), cuando Televisa y Televisión Azteca apenas comenzaban la transmisión de la velada, como si estuviera en vivo, sin informar a la audiencia que era algo diferido, aun cuando el desenlace ya era ampliamente conocido. Por ahí de las 11 de la noche con 15 minutos, el Canelo era señalado de obvio triunfador sobre el bulto Chávez júnior (luego de 12 asaltos), y media hora después arrancaba en los mencionados canales de televisión mexicana el inicio
del pésimo espectáculo.
La maniobra de las televisoras mexicanas les permitió mantener un interés bajo engaño de un público que no fue avisado de la condición diferida del producto presentado, como si estuviera sucediendo en ese momento. Además, el minuto reglamentario de descanso entre cada asalto boxístico fue multiplicado a conveniencia del volumen de anunciantes. Una pelea más que ganan las arcas de las televisoras mencionadas, no así su credibilidad y respeto a la audiencia, con las redes de Internet nuevamente pujantes, triunfadoras en rapidez e interacción.
Y mientras se celebra que en Francia no haya triunfado la extrema derecha, representada por Marine Le Pen, y con ello se haya frenado la cadena de decisiones electorales al estilo del Brexit y Donald Trump (aunque ha de señalarse que el Frente Nacional, postulador de Le Pen, avanzó de manera importante en cosecha electoral, aunque no al nivel que había supuesto), ¡hasta mañana!
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