Lago de Guadalupe, Méx.

La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se sumó al hartazgo ciudadano contra la corrupción desmedida y expuso que es urgente rezar para que los políticos no caigan en la tentación del poder que los puede llevar a cometer actos deshonestos.

En conferencia de prensa, Alfonso Miranda Guardiola, obispo auxiliar de Monterrey y secretario general de la CEM, señaló que como iglesia no podemos más que unirnos al hartazgo de la sociedad respecto a la corrupción que se vive en nuestro país, que desafortunada y tristemente nos lleva a la falta de trabajo, de empleo para los jóvenes, a una grandísima desigualdad social que nos lleva al crimen y a todo este tipo de situaciones sociales tan difíciles y adversas que estamos viviendo. No podemos soportar, permitir más que siga imperando una corrupción desmedida y que atente contra todo el pueblo de Dios, sus derechos y su dignidad.

Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán y responsable de Justicia y Paz del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), dijo que ante casos como los de los ex gobernadores de Veracruz, Javier Duarte y de Tamaulipas, Tomás Yarrington, hay una demanda que se siente en el ambiente: que todo ese dinero que fue a dar a las bolsas de los gobernadores sea regresado a los estados, a las poblaciones de dónde salió, que sea para beneficio de esos habitantes.

Dijo que espera que a todos aquellos funcionarios públicos que tomaron recursos ajenos la justicia los llame a cuentas.

Añadió que es un peligro muy grande tener poder entre las manos, por los que exhortó a rezar mucho por nuestros hermanos políticos y por los que nos gobiernan, porque siempre están en el peligro, en la tentación por ver enfrente cantidades de dinero, pero que son del pueblo y que al fin y al cabo apenas serán suficientes para algunas obras en favor del pueblo. Que se tienten el corazón y que se cuiden, porque algunos llegan totalmente honestos y con muy buenos propósitos e ideales, pero pueden dejarse corromper con el tiempo.

En la 103 asamblea plenaria, los obispos señalaron que es urgente combatir la corrupción y la impunidad en cualquier ambiente, ya que destruyen la confianza, limitan el compromiso y frenan el desarrollo.

Agregaron que para que esto no ocurra debemos ser una sociedad participativa, congruentes con los valores que nos dan identidad, sin divisiones que destiñen el futuro; se requiere también de actores políticos que vayan más allá de sus intereses individuales, de grupo o de partido y tengan un corazón grande, visión amplia y bolsillo pequeño.