Mañana será la segunda y última función de la obra de Tennesee Williams
Irasema Terrazas y Enrique Ángeles figuran en los papeles protagónicos
El director Ragnar Conde refiere la importancia del estreno en Latinoamérica de esa iniciativa independiente
es uno de los proyectos más grandes de Escenia Ensamble (colectivo de artistas multidisciplinarios) y tenemos la posibilidad de traer una obra importantísima que cumple 70 años de su estreno, explica el director del montaje. En la imagen, el barítono Enrique Ángeles y la soprano Irasema Terrazas en una escena del montajeFoto Marco Ayala
Sábado 25 de marzo de 2017, p. 5
A mí no me interesa la realidad, lo que quiero es magia, es una de las frases inolvidables de la obra de teatro Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, que ha tenido adaptaciones en cine y ballet, y cientos de representaciones en su versión original.
Ahora se presenta en formato de ópera en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, con Irasema Terrazas, Enrique Ángeles, Adriana Valdés y Rogelio Marín en los papeles protagónicos.
Esta ópera, adaptada por el músico y compositor André Previn, y texto de Phillip Littel, tuvo su estreno en América Latina en el Teatro Degollado, de Guadalajara, el pasado enero y ahora tiene dos presentaciones en la Ciudad de México: ayer y este domingo. El director de escena es Ragnar Conde y el director concertador Dorian Wilson, quien está al frente de la Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional.
Este es uno de los proyectos más grandes de Escenia Ensamble (colectivo de artistas multidisciplinarios) y tenemos la posibilidad de traer una obra importantísima que cumple 70 años de su estreno.
En formato de ópera se estrenó en 1998, pero jamás se había presentado en América Latina, en esa versión.
Enrique Ángeles, quien interpreta a Stanley, destacó en conferencia de prensa que se trata de una obra que no es sencilla ni dramática ni musicalmente. Es compleja
, mientras para Adriana Valdés, Stella, el reto actoral y musical es enorme
Complejidad sicológica
Ragnar Conde explicó que el montaje tomó cuatro meses y se da prioridad a música, canto, actuación. “Sin descuidar la parte vocal y musical hemos dado esa carne que todo mundo busca en esta perspectiva contemporánea. Un tranvía llamado deseo posee toda esa complejidad desde una perspectiva actual, la complejidad sicológica, y esos momentos de mucha ternura que conmueven al espectador. Es un acto realmente importante no sólo que se estrene en Latinoamérica, sino que se logre a partir de una iniciativa independiente que permite aumentar el repertorio lírico en el país”.
Se trata, además, de una ópera muy teatral
con duración de dos horas 40 minutos y en la que “nos hemos enfocado en crear seres de carne y hueso; evidentemente tiene un sentido poético. Sí hay poesía porque está implícita en el texto, pero más en el personaje de Blanche, que quiere magia, en el de Stanley es lo opuesto y desea las cosas tal como son.
Lo interesante es que en el mundo de Blanche se va descubriendo que nada de lo que le ha tocado vivir es poético; ha vivido un mundo de alcoholismo, de prostitución, enfrentándose a la realidad homosexual de su esposo. La pregunta que queda abierta es qué elegimos: ¿vivir un mundo que puede ser tan rudo o cruel o irnos por la parte mágica?
, añadió Conde.
Para el director de orquesta Dorian Wilson, “en este momento, al menos en Estados Unidos, el tema principal es la apariencia versus la realidad; es una de las formas en que esta historia es universal y se conecta con nuestros días. Cuando la ópera termina queda en mi mente también esa pregunta: ¿es mejor vivir en la fantasía o es necesario vivir en la realidad?, ¿es pertinente abandonar la fantasía y entregarse a la realidad? No lo sé. Seguramente todos tenemos sueños o fantasías que a veces son más reales que la misma realidad”.
Un tranvía llamado deseo se presenta mañana a las 18 horas en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico).