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Literatura del Bajío en El Canto del Ahuehuete
E

n medio de tantas malas noticias es reconfortante la aparición de una revista que proviene del granero de México, El Bajío, que una una mujer la aventó bajo la puerta y se fue corriendo –informó Martina. Hecha por jóvenes que apuestan a la cultura, la abrí con curiosidad.

El Canto del Ahuehuete es un esfuerzo de jóvenes de León, Guanajuato, en un mundo en que las pequeñas editoriales son absorbidas por las multinacionales y las revistas desaparecen bajo el peso de la Internet porque es más fácil, más económico y más redituable, pero nunca más placentero que tenerlas en las manos y subrayarlas e imaginar la carita del poeta o la novelista cuyas letras desfilan ante nuestros ojos.

Los jóvenes David Uriel Martínez Varela, Fernando Rodríguez Servín, Marco Antonio Martínez Varela y Luis Gómez Sandi, responsables de la revista, creen en el poder de la literatura, pero sobre todo en la poesía.

José Emilio Pacheco estaría feliz de ver un esfuerzo como éste porque, como se afirma en el editorial de noviembre-diciembre de 2015: La poesía no sólo es la voz del poeta, también oculta aquello que no dice o no puede decir la fonética.

Mantener durante siete años una publicación independiente gracias al apoyo de un puñado de patrocinadores, con un precio de 10 pesos, es una tarea titánica. Sólo se logra con pasión y amor a las letras, requisitos que a los jóvenes autores de El Canto del Ahuehuete les sobra. Sus textos van desde el desamparo de un poeta en la Ciudad de México hasta los recuerdos de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos.

Hay que destacar la participación de jóvenes de otros países en El Canto del Ahuehuete, como Jiang Yu Qing, estudiante de la Universidad de Suzhou, China, y el excelente nivel de los ensayos.

Sólo para nombrar algunos, es notable La memoria del demonio feliz, de Paloma Sierra Ruiz, sobre la obra de José María Arguedas; “La familiaridad del lenguaje ejemplificado en Las ciudades invisibles”, de Maximiliano Zacarías; “La locura en El gato negro de Edgar Allan Poe”, de Tiffani Galilea Uvalle Yáñez.

En 1921, México eligió al ahuehuete como el árbol nacional por su esplendor, longevidad y tamaño, amén de que en época prehispánica le atribuían poderes sagrados. Algunos traducen su nombre náhuatl como árbol que nunca envejece, porque ha alcanzado los casi 2 mil años.

Es un acierto que los jóvenes de León hayan bautizado a su revista como El Canto del ahuehuete. ¡Ojalá y sus páginas vivan tanto como el árbol!