Entrada de Matías Britos contrarrestó el dominio de los visitantes en la cancha de CU
Furch, el villano de los Guerreros; Castillo, el héroe auriazul al anotar un doblete
Lunes 6 de marzo de 2017, p. 3
Julio Furch, delantero del Santos, probablemente pasará una noche de sudor frío e insomnio al recordar todas las veces que pudo anotar y algo ocurrió para estropearlas. Fue la razón, en parte, de que su equipo perdiera lo invicto en su visita a Pumas que, en cambio, recordó lo que se siente ganar en casa, gracias al ajuste que hizo el técnico Francisco Palencia y a un doblete del chileno Nicolás Castillo.
La jornada nueve ofrecía la posibilidad de que el visitante extendiera el brillo de no arrastrar derrotas en el torneo, mientras los auriazules ya tenían la incómoda marca de cuatro juegos sin ganar, algo que mal disimulaban los jugadores, desesperados en los primeros minutos.
Desde el principio, cuando el público en el estadio de Ciudad Universitaria apenas se acomodaba en las gradas, un disparo de Ulises Rivas estremeció el arco de Alfredo Saldívar y previno sobre la avalancha que se venía contra los locales.
Enseguida apareció Furch, quien dejó una deslavada imagen melancólica, como sólo puede ofrecer un delantero. Insistente, necio, casi habilidoso si no fuera porque arruinó el golpe definitivo.
Una combinación de pésima definición, impaciencia y mala suerte, un coctel letal para quien debe meter goles. Al menos cinco ocasiones claras en las que pudo marcar, pero en las que se le atravesó un poste, el portero o el puro azar, que lo hicieron marcharse en blanco.
En la primera parte hubo un constante asedio sobre el área de Pumas, donde parecía que era sólo cuestión de paciencia para ver el primer tanto de los visitantes. Además de Furch y Rivas, también Djaniny Tavares obligó a Alfredo Saldívar a meter manos, pies o cara con tal de salvar la portería de los auriazules.
Más de media hora en la que los jugadores universitarios se enredaban, perdían sus posición y parecían el ensayo de una comedia, más que un equipo que quería contener los contragolpes.
En un mano a mano de estrategas, José Manuel de la Torre se percibía cómodo con lo que hacía su equipo; si acaso habría que reprender a la delantera por imprecisa. Si acaso. Pero Francisco Palencia respondió. A los 32 minutos sacó de la cancha al joven Alan Mendoza, quien tuvo que bajar la cabeza para ceder el puesto a Matías Britos.
La entrada del uruguayo fue explosiva. De inmediato el equipo empezó a cobrar vigor en todas las líneas, pues Britos era ubicuo. Aparecía peleando en la media cancha, se replegaba para recuperar balones, distribuía con visión de campo y, desde luego, era un pertinaz delantero.
La primera pelota que tocó Britos ya fue de peligro real para los santistas y como efecto en cadena empezaron a notarse las virtudes de sus compañeros. Jesús Gallardo, incansable; Pablo Barrera y Javier Cortés, dos filosos volantes, y Castillo volvió a ser una amenaza.
La última opción de ese primer tiempo, que pudo ser fatídico para los auriazules, terminó en un disparo desviado de Britos, que sirvió para dejar el acento de suspenso en el intermedio.
Antes de abandonar la cancha rumbo a los vestidores, los jugadores de Pumas hicieron un corrillo. Parecían molestos por los descuidos en la defensa, lo desatinados que resultaron en cada salida y, era evidente, la casi nula presencia en el área rival.
Es probable que el descanso en el vestidor también se convirtiera en una sesión de autoyuda, porque los jugadores regresaron rehabilitados. Primera jugada y Pumas amagó al rival, pero Castillo no llegó a tiempo.
Prácticamente la siguiente oportunidad fue la corrección. Barrera oteó al chileno, le envió un centro, pero quedó casi sin ángulo, Castillo bajó la pelota y ya muy cerca del límite devolvió al arco para conseguir el primer gol de Pumas, al minuto 46.
El Santos mostró los primeros síntomas de descontrol. Djaniny logró escabullirse de la zaga auriazul y enfiló rumbo a la portería. Encaró a Saldívar en un duelo como si sólo ellos se jugaran la honra. El delantero africano fue presa de la tensión y entregó la pelota al guardameta.
La respuesta fue inmediata. Un contragolpe que culminó con los mismos protagonistas del gol anterior. Barrera envió el centro que Castillo empujó deslizándose sobre el pasto para el segundo de los auriazules. El sexto en la cuenta del chileno, que lo encumbra como líder del torneo.
Santos Laguna estaba desbaratado. Pumas, en contraste, era un equipo que parecía que empezaba el partido. Incluso estuvieron a punto de repetir la combinación Barrera-Castillo, pero el volante mexicano pensó que podía aspirar a una anotación propia y no cedió para el chileno. Cuando vio que había desperdiciado la oportunidad, se disculpó con su compañero.
Ahora el gol de los de Torreón parecía más improbable. Sobre todo cuando el atormentado Furch quedó solo en el área y con todas las ventajas sólo alcanzó a conectar el balón de manera desafortunada.
Con el tiempo agotado, en el primer minuto de la compensación, Djaniny salvó su honra al escaparse cuando todos daban por terminado el encuentro. Encaró a Saldívar y punteó para al menos no irse en blanco.
Pumas subió al séptimo puesto de la tabla con 14 puntos. Santos quedó un lugar abajo, con 12 unidades, pero perdió el lujo de ser el único invicto que quedaba en el torneo.
Palencia estaba satisfecho por lo que hizo su equipo. Ajustó a tiempo y resultó. Creo que fue un partido bien complicado, ellos tuvieron muchas oportunidades de gol y no concretaron. Corregimos los errores y salimos mejor para hacer los goles y ganar
, dijo al final del encuentro.
A mí me gusta la presión. Estoy en Pumas y en la universidad siempre hay presión. Ahora estamos en zona de clasificación y estoy presionado por seguir ahí
, agregó.
De la Torre explicó desde el extremo opuesto lo que ocurrió con su equipo y aclaró que no le interesaba mantener lo invicto.
Me interesa ganar y sacar puntos. De nada sirve ir invicto 17 fechas y no clasificar, así que lo importante es sumar de tres puntos para estar en la general
, dijo. El partido fue muy claro en el primer tiempo, fuimos superiores y no supimos hacer los goles; después lo lamentas con la derrota
.