acido en Guadalajara, Jalisco, el fotógrafo Carlos Franco Puga tiene una historia de vida que abarca la litografía, que estudió con Lázaro Blanco y Nacho López, y la técnica de laboratorio y revelado de películas negativas con el maestro Carlos López Campos, que estudió en los años 60 y 70. Colaborador de Vicente Rojo, Rafael López Castro y Pablo Rulfo. Carlos Payán lo invitó a fundar el periódico Unomásuno y a armar su laboratorio fotográfico. También colaboró con La Ciencia desde México, Tezontle, los Breviarios del Fondo de Cultura Económica y la célebre colección Tierra Firme.
En su archivo se encuentran múltiples fotografías de Álvaro Mutis, Chavela Vargas, Jorge Luis Borges, Juan García Ponce, Rosario Castellanos, Fernando del Paso y otros intelectuales y artistas.
Como dice el novelista Jorge F. Hernández (hoy consejero cultural de la embajada de México en Madrid y colaborador de El País), Carlos Franco Puga es un fotógrafo de larga trayectoria, aunque él mismo nunca confiesa su edad. Su cámara ha sido una ventana a todos los rostros de México, tanto los de artistas y escritores como los de campesinos de la Sierra Mixteca de Oaxaca, la península de Yucatán y la zona indígena chontal de Comalco, Tabasco. Asimismo, Carlos Franco Puga se lanzó con toda valentía a hacer el reportaje de las plataformas petroleras marinas en el Golfo de México y la sonda de Campeche, así como hace años escogió la sierra de Guerrero para hablar con los sobrevivientes de las guerrillas, los lugartenientes de Lucio Cabañas y los nuevos brotes de rebeldía en la sierra de Guerrero. Asimismo participó en la denuncia de la contaminación de los pozos petroleros en Chiapas y viajó a Tijuana, Baja California, para denunciar el trato que se da a los indocumentados y cómo acaban siendo víctimas de la policía y de la nota roja.
Su bagaje fotográfico lo llevó a hacer exposiciones en el Palacio de Minería, en El Chopo y en galerías de arte, así como a participar en concursos internacionales de Kodak, en Nueva York.
Sus fotografías se han convertido en portadas de libros del Fondo de Cultura Económica y de la editorial Era, ya que acostumbra retratar los bajos fondos y las zonas marginales de nuestra atribulada ciudad. Protestas, jolgorios, marchas y plantones no tienen secretos para él, como el Zócalo que se le abre como pista al aire libre.
Jaime Avilés considera que sus imágenes son insólitas como insólita es nuestra capital; alega que cada una de sus tomas es un pedacito de cáscara de la vida
, pero Carlos Franco Puga afirma que ante todo es deudor del admirable fotógrafo alemán totalmente mexicanizado Walter Reuter, a quien acompañó en muchos de sus viajes por la República Mexicana.
Si las mayores influencias de Carlos Franco Puga fueron Cartier Bresson, Robert Capa, el más generoso de sus amigos fue Walter Reuter, quien hasta le regaló una cámara. Reuter solía decirle que tenía que ser muy honesto y no alterar jamás una foto, ni con flash ni con ningún otro elemento. Ante todo una foto tiene que ser veraz. Manipularla, retocarla es un crimen. Carlos Franco Puga descubrió que muchos fotógrafos –incluso de nota roja– alteraban la foto para hacerla más espectacular.
Nuestro entrevistado trabajó al lado de Carlos López Campos en los años 60, cuando no había películas de alta sensibilidad, y siguió muy de cerca la obra creciente y cada vez más extraordinaria de dos maestras generosas y honestas, Mariana Yampolsky y Christa Cowrie. Sus amigos fueron Héctor García, persona increíble, de lo más abierta y veraz
con quien hizo química de inmediato al grado de revelarle sus rollos en su cuarto oscuro de la esquina de Morelos y Bucareli. También para Franco Puga, Pedro Valtierra, un fotógrafo innato.
Finalmente, Carlos Franco Puga se queja de haber vivido en el anonimato a pesar de haber retratado a tantas luminarias, entre quienes se encuentran Indira Gandhi, Hipólito López Velarde, el hermano de López Velarde, Leonora Carrington, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Jaime Sabines, Juan José Gurrola y Andrés Henestrosa, cuando ningún de ellos pensaba que llegaría a ser una estrella en el cielo.