Lunes 13 de febrero de 2017, p. 10
Defensores de derechos humanos, encabezados por el sacerdote Alejandro Solalinde, realizaron la mañana de ayer en el atrio de la Basílica de Guadalupe, junto a la estatua de San Juan Pablo II una oración por las víctimas de la violencia, desaparecidos, migrantes y en contra del feminicidio.
Iniciada la oración, personal de seguridad del templo interrumpió la ceremonia, indicando que los organizadores no tenían permiso para realizar esa actividad en el atrio.
El padre Solalinde solicitó la autorización, pero nunca le respondió la Basílica. Los vigilantes interrumpieron cuando ya estábamos por terminar. La gente les dijo que no fueran irrespetuosos, que era una oración. Entonces los vigilantes fueron por los policías federales que siempre están allí. Estos fueron más prepotentes y ya no querían que siguiera la oración y pretendieron quitar el megáfono al sacerdote, diciendo que no era una oración, sino una manifestación, y que esas no estaban permitidas en la Basílica. Las religiosas participantes explicaron que era una oración, no una manifestación. Los compañeros del grupo Marabunta hicieron un círculo, y no dejaron entrar a los policías. Así aprovechamos para realizar el canto final y dar la bendición. Cuando ya habíamos acabado uno de los policías vino a pedir disculpas
, relató fray Julián Cruzalta.
Ante el incidente, Solalinde señaló que los poderosos
se habían apoderado de la Basílica, y que el templo se había vuelto una empresa
, que ya no era la casa de los pobres.
La Basílica remarcó que no se había solicitado el permiso, y descartó que las personas que realizaron la ceremonia hayan sido desalojadas.