Jaja
a barbarie y obscenidad del nuevo gobierno estadunidense han generado resistencia extraordinaria manifiesta en las calles, en expresiones culturales y hasta en los tribunales, pero tal vez la más efectiva por ahora es la risa colectiva provocada por los grandes bufones.
Casi todos los días es común encontrar en los principales medios de noticias una reseña de un programa o de un comediante que confrontó a Trump y su gobierno; son noticia política, no de espectáculos. Los sketches y comentarios satíricos se vuelven virales. Y vitales.
De hecho, las conversaciones en los encuentros entre la gente suelen empezar con que si vieron lo último que hizo Saturday Night Live, o uno de los monólogos de los conductores cómicos de los programas nocturnos de charla y variedades, sobre todo los herederos de la tradición que se inició con Jon Stewart y su Daily Show: su sucesor Noah Trevor (https://www.youtube.com/channel/ UCwWhs_6x42TyRM4Wstoq8HA), como Stephen Colbert, ahora conductor de The Late Show en CBS (https://www.youtube.com/channel/ UCMtFAi84ehTSYSE9XoHefig), el cada vez más poderoso John Oliver con su programa semanal Last Week Tonight, en HBO (http://iamjohnoliver.com), y Samantha Ben con su programa Full Frontal (www.tbs.com/shows/full-frontal-with-samantha-bee.html), entre otros.
El poder de estos comediantes no sólo se ha intensificado con Trump y su gente, sino que el sujeto de la burla los ve y reacciona (durante la campaña solicitó que Saturday Night Live fuera cancelado por un sketch). Que un presidente repetidamente se queje, y hasta amenace, a un comediante o un programa no sólo da mayor satisfacción a estos artistas del humor, sino que multiplican su público. No hay nada que más desee un humorista ahora que un tuit insultante del ocupante de la Casa Blanca.
Trump no aguanta la burla. Los mejores comediantes han comprobado, una vez más, que el humor puede ser una de las mejores armas contra una figura autoritaria, y a la vez, la educación política más efectiva en estos últimos tiempos. Vale recordar que hace unos años el Daily Show de Jon Stewart –un noticiero ficticio cuyos corresponsales
empleaban la sátira política y social más filosa y contemporánea– se convirtió en la principal fuente de información política para los jóvenes en Estados Unidos, y Stewart fue nombrado el periodista
más confiable del país. Stewart, quien se retiró en 2015 después de 16 años de vida de su programa, señaló que esa distinción era un comentario más bien sobre el estado de salud de los medios noticiosos en este país.
Saturday Night Live (SNL) arrancó en los 70 y se volvió institución cultural de la televisión en este país, pero durante sus últimos años perdió su frescura y la vanguardia. Pero la campaña presidencial y ahora presidencia de Trump han resucitado el añejo programa de sketches y lo han vuelto de nuevo punto de referencia.
El actor Alec Baldwin ha logrado imponer su papel como Trump de tal manera, que el presidente nunca más se podrá liberar de la impresión de él por Baldwin (https://www.youtube.com/watch?v=pZOF9q5fzfs).
Tan así es que este fin de semana un periódico dominicano tuvo que disculparse públicamente por publicar una imagen de Baldwin en el papel de Trump en lugar del propio presidente en una nota sobre el ocupante de la Casa Blanca. Baldwin de nuevo hizo el papel en el más reciente programa, donde aparece como participante en uno de esos programas de tribunales de televisión (https://www.youtube.com/watch?v=dLYfwprjtog). La juez le pregunta “Sr. Trump, usted entiende que esto es un tribunal de televisión, ¿verdad?” y Trump responde: sí, está bien, yo soy un presidente de televisión
.
Pero tal vez la peor devastación de un integrante de la Casa Blanca fue a manos de la gran actriz cómica de cine Melissa McCarthy, quien apareció por sorpresa la semana pasada en el papel de Sean Spicer, el vocero de la Casa Blanca. Analistas y observadores políticos de ambos partidos coincidieron que de aquí en adelante nadie podrá ver a Spicer sin pensar en McCarthy. Algunas fuentes citadas por medios revelaron que no sólo se molestaron Trump y Spicer, sino que el presidente estaba particularmente enojado de que una mujer hubiera hecho el papel. (https://www.youtube.com/watch?v=UWuc18xISwI). Más aún, fue tan potente, que Trump esta vez guardó silencio.
Este pasado fin de semana, McCarthy hizo la apertura de SNL de nuevo como Spicer, y algunos la consideraron aún mejor que la primera (https://www.youtube.com/watch?v=fbhz3XcNzGU). Y fueron mas allá, ahora burlándose del recién ratificado procurador general Jeff Sessions, criticado por su historial racista y antimigrante. Aparece momentáneamente con Spicer
en el briefing diario de la Casa Blanca, donde explica: todos sabemos que hay dos tipos de crimen: los normales y los de los negros
, antes de ser sacado por Spicer.
John Oliver, el comediante inglés, quien también se ha vuelto punto de referencia en las noticias, regresó al escenario el domingo después de un receso de un par de meses (cerró su último programa del año pasado rogándole a su público “no permitir que todo esto –la presidencia de Trump– se vuelva algo normal: no lo es” y entre sus recomendaciones estaba suscribirse a un periódico). La publicidad de su primer programa incluye una imagen de él escondido detrás de su escritorio y el mensaje: tiempos de susto requieren de un hombre asustado
(aquí con Colbert platicando de esto: https://www.youtube.com/watch?v=sJR9QjezRGg).
Para verdaderamente entender, y sobrevivir, esta coyuntura aquí, uno tiene que consultar con todos estos grandes expertos. La risa es un antídoto al gran engaño que está en la cúpula.
Y tal vez más: Los bufones frecuentemente resultan ser profetas
. Shakespeare.
Caballeros, aquí Chicolini puede que hable como un idiota y puede que parezca un idiota, pero no dejen que eso los engañe. Realmente es un idiota
. Groucho Marx.
Mi manera de bromear es decir la verdad. Es la broma más chistosa del mundo
. George Bernard Shaw.