Viernes 10 de febrero de 2017, p. 36
Una investigación de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, reveló que el abuso de antiinflamatorios no esteroideos, como el ácido acetil salicílico, el diclofenaco, el keterolaco, el naproxeno o ibuprofeno incrementa el riesgo de desarrollar cáncer endometrial.
Esta no es la primera vez que se relaciona a ese tipo de fármacos con problemas de salud, de hecho se estima que en Estados Unidos 100 mil personas son hospitalizadas por complicaciones derivadas del mal uso de esos medicamentos, de las cuales 15 por ciento tienen consecuencias fatales.
En México no existen registros de las hospitalizaciones o muertes relacionadas con el consumo de ese tipo de analgésicos, pero la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) ha realizado diversos comunicados a fin de prevenir a la población sobre los riesgos de su uso desmedido.
Estos medicamentos funcionan al inhibir la síntesis de prostaglandinas, las cuales son unas sustancias que emplea el organismo para sensibilizar a las neuronas del dolor a fin de generar una sensación de forma exagerada, con lo cual se tiene a proteger la zona dañada.
Sin embargo, los medicamentos también son inhibidores de las enzimas llamadas ciclocooxigenasa (COX), en su variantes 1 y 2, las cuales contribuyen a la protección de la mucosa gastrointestinal y tienen efectos cardioprotectores, respectivamente, por lo que su bloqueo puede generar incremento de la secreción ácida (que deriva en erosión gástrica) y aumento del riesgo de trombosis y efectos cardiovasculares.
De acuerdo con Vinicio Granados Soto, investigador del Departamento de farmacobiología en el Cinvestav, no es que esa clase de medicamentos representen un peligro por sí mismos, sino que la forma en que se emplean por parte de la población es la que ha incrementado los casos de efectos dañinos.
En cualquier hogar hay frascos de aspirina o algún otro analgésico, porque hay acceso irrestricto y la gente no tiene criterio para saber cuándo es necesario consumirlos. Ese es el verdadero peligro de esa clase de medicamentos
, expuso el especialista en investigación del dolor.
Para Granados Soto, el modelo empleado por Cofepris para los antibióticos y los opiáceos debe ser retomado en el caso de los antiinflamatorios no esteroideos, a fin de hacer conciencia sobre su uso entre la población mexicana, pues a pesar de sus efectos dañinos por su uso prolongado, son herramientas muy recomendables para el tratamiento de dolor leve a moderado.