ue yo sepa, en Los Pinos no está hoy Jesucristo, sino Enrique Peña Nieto, el de las violaciones colectivas y la brutal represión en Atenco, el de Ayotzinapa, la represión a los maestros, la destrucción de Pemex, la militarización del país, las decenas de miles de muertos, desplazados, desaparecidos.
Me parece también que –aunque en suelo mexicano circulan como Pedro por su casa centenares de agentes armados de la DEA, la FBI y la CIA– Donald Trump aún no envió tropas de ocupación aunque amenace con hacerlo.
¿De cuál unidad nacional hablan, entonces, el gobierno y sus medios de intoxicación de la opinión pública, si Peña Nieto es responsable directo e indirecto de la desastrosa situación en que se encuentran la economía y la sociedad mexicanas y del triunfo mismo de Trump, a quien invitó al país, dándole tratamiento de jefe de Estado para que amenazara e insultara a los mexicanos? ¿De qué unidad nacional en torno a Peña Nieto o con éste hablan López Obrador y sus seguidores?
La invasión imperialista japonesa a China y el peligro de que el país fuera colonizado justificó que Mao Zedong y sus compañeros combatiesen al invasor al mismo tiempo que los ejércitos de Chiang Kaishek, asesino de millares de comunistas, sin dejar de pelear contra esos mismos ejércitos. La invasión nazi hizo igualmente que los sobrevivientes de la oposición de izquierda a las matanzas que hizo Stalin en los años 30 luchasen en el ejército del pueblo ruso que se defendía del agresor racista.
La única justificación para la unidad nacional con los representantes de los explotadores y opresores y los causantes de los grandes desastres políticos, económicos y sociales es la ocupación extranjera del país, pero incluso esa unidad requiere mantener una completa independencia organizativa y política ante el gobierno.
Al proponer la unidad con Peña Nieto y sus aliados y servidores, AMLO busca frenar el posible desarrollo independiente de Morena como partido ligado a las protestas sociales. Trata también de demostrar al establishment mexicano –esa feroz y ávida oligarquía ligada al gran capital financiero internacional que gobierna el país– y también de mostrarle a Trump que su candidatura es no sólo moderada, sino también conservadora y que no tocará ni un pelo al capitalismo nacional o extranjero.
Como representante sobre todo de la media burguesía y de los grandes capitalistas mexicanos que viven del mercado interno, quiere presentarse como hombre del sistema, no como un peligro para éste y menos aún como su enterrador. AMLO sabe que si no se mimetiza con la gente del Pacto por México enfrentará nuevamente el fraude y que su única posibilidad de llegar a la Presidencia consiste por consiguiente en hacer de bombero y crear un contrafuego frente al incendio social que recorre el país.
En 1955 los militares reaccionarios unidos al Departamento de Estado echaron a Juan D. Perón. Ante la larga, creciente y cada vez más radical resistencia de los trabajadores y de amplias capas de las clases medias, tuvieron que llamar de vuelta a Perón de su exilo dorado en la España franquista para que frenase al peronismo revolucionario y lo reprimiese mediante los asesinos de las Tres A, la Alianza Argentina Anticomunista. Probablemente López Obrador no conoce este antecedente, pero el establishment mexicano y la diplomacia yanqui, sí.
Hay que rechazar masivamente la idea infame de unir explotados y explotadores, causantes de la crisis y víctimas de ella, oprimidos y opresores detrás de un incapaz y enemigo de la soberanía nacional convertido para el caso nada menos que en héroe de la independencia. ¡Que la crisis la paguen los que la provocaron!
Trump sabe bien que la protesta que se extiende en Estados Unidos y en la que participan millones de mexicanos, así como una veloz disolución del semi Estado mexicano, podría obligarlo incluso a enviar tropas a México. Sus palabras en este sentido no son sólo una fanfarronada. La mejor opción para el imperialismo es entonces un gobierno de AMLO que sea más honesto, haga sólo pequeñas reformas y mantenga todo como está.
Por eso también hay que rechazar la unidad nacional que tratan de fomentar igualmente los que intentan resucitar el nacionalismo de Lázaro Cárdenas para rehacerle al PRI su virginidad perdida inmediatamente después de ese general único e irrepetible porque fueron únicas e irrepetibles las condiciones que permitieron su contradictoria actuación.
Por el contrario, hay que separar aún más los conceptos, profundizar el abismo que existe entre el nosotros
y el ellos
; dar conciencia a los trabajadores del campo y de la ciudad de que mantienen con su esfuerzo y su pobreza a un puñado de parásitos que, además, como en tiempo de Juárez, son sostén y sirvientes del imperialismo.
De las manifestaciones, que son democráticas y unitarias, deben surgir comités de lucha abiertos y democráticos. De las luchas en que participan decenas de miles de simpatizantes de Morena, debe surgir en ese partido verticalista, electoralista y caudillesco con un programa limitado y una dirección burguesa una corriente que privilegie los movimientos sociales y la discusión política. Quienes militan en Morena no pueden regalar sus esfuerzos a la burguesía nacional
.
Es fundamental producir y construir poder popular, autoorganización, autonomía de los trabajadores. Es esencial discutir en asambleas los problemas, los escenarios posibles, las opciones más favorables para el pueblo. Surgirán seguramente en ellas nuevos y curiosos aliados porque no creo que la amenaza de Trump de mandar soldados a México porque los de aquí tendrían miedo
, deje insensibles a los militares nacionalistas que aún hay en las fuerzas armadas, que están preocupados por las políticas del gobierno y que probablemente se opondrán al imperialismo si éste intenta llevar a cabo sus amenazas.