Lo electrizante de 2016 (avant-garde / fusión II)
ara quienes dicen no gustar de la música actual, quizá no hayan oído muchas de estas creaciones. Hoy, la segunda parte del recuento de una vertiente sonora por primera vez abordada en este espacio, con música extraordinaria que no es ni rock ni electrónica ni hip hop, pero está siempre ahí coexistiendo, fuera del foco mediático, lista para sacudir oídos y neuronas. Acá, un acercamiento a lo sobresaliente de 2016 en tendencias avant-garde y fusión a escala internacional.
Exploración sin género
1. Innercity Ensemble. III (Polonia). Misterioso y mágico viaje instrumental de ritmos acústicos y letárgicos, guitarras preparadas, trompetas decadentes, que igual recurre a elementos de música étnica, ambient, jazz: todo en un lo-fi más que fascinante.
2. Tanya Tagaq. Retribution (Canadá). Sorprendente el trabajo vocal de esta artista inuit. Ya sea sobre ritmos tribal-industriales o pasajes oscuro-contemporáneos, recita de forma ritual-poética o emite gritos y gruñidos insospechados, a veces con coros disonantes. Intrigante.
Jazz fusión
1. BadBadNotGood. IV (Canadá). Este cuarteto, que ha colaborado con afamados hip-hoperos, genera un inventivo álbum que rebasa la tradición: hace un jazz-prog-R&B-funk con sintes análogos, cuerdas y cantos soul, harto sensual, espacial, delicioso. Sacó este año al jazz del nicho, rumbo a oídos indie.
2. Yussef Kamaal. Black Focus (Inglaterra). Exquisito debut de este dueto: jazz-funk espiritual de los años 70 actualizado con break-beats. Pianos Rhodes y sintetizadores provocan un mood aterciopelado, galopante, de ascendencia soft-jungle, garage y grime. Caramelito groovie.
3. Logan Richardson. Shift (Estados Unidos). En tercer álbum, este prestigiado saxofonista alto, con Pat Metheny en guitarra y Jason Moran en teclados, ofrece un jazz contemporáneo denso, un tanto prog, con un pie en la tradición y otro en el espacio. Cerebral pero seductor.
4. Esperanza Spalding. Emily’s D + Evolution (Estados Unidos). Esta compositora y virtuosa bajista de voz de sirena se aleja del jazz clásico y R&B de discos previos para hacer un álbum-concepto. A su raíz jazz, suma funk, rock y prog, para cantar un soul-pop de letras complejas. Abigarrado pero atractivo; una sorpresa en cada track.
Acústicos intensos
1. Stein Urheim. Strandebarm (Noruega). Delicada, esta obra minimal grabada en vivo en la iglesia que nombra al disco. Con guitarra acústica, austeros arreglos de cuerdas, ecos de cinta, cítaras, crea bellísimas melodías. Solos de ascendencia jazz y folk se tornan aquí voz personal, aislada, en armonía con la naturaleza.
2. Mal Devisa. Kiid (Estados Unidos). Conmovedor, lo que logra con sólo un bajo (expandido con loops) y una voz profunda, de escalofrío. Con aire triste, emite un canto cercano al blues sin serlo del todo, a ratos a capella, llena de notas silvestres en su propio universo solitario.
3. Bitchin Bajas & Bonnie Prince Billy. Epic Jammers and Fortunate Little Dittie (Estados Unidos). Etéreo trío que en acústica labor ambient, hace un folk minimalista cósmico, con cantos flotantes y paisajes sónicos a lo Brian Eno. Introspectivo, sanador.
4. Sam Shalabi. Isis and Osiris (Libia/Canadá). De Montreal nacido en Trípoli, este prestigiado explorador sonoro hace en dos largos tracks una enigmática pedacera de grabaciones de campo, declaraciones políticas, taladros, sobre una improvisación mántrica de oud (guitarra árabe).
Noise
1. Sex Swing. Sex Swing (Inglaterra). Lejos del ruidismo digital, esta banda ejecuta un hipnótico noise-drone oscurísimo con guitarras distorsionadas en loop, saxofones deslavados, efectos análogos y cantos azotados. Tensión y espanto cercano a Swans.
2. Billy Bao. Lagos Sessions (Nigeria/España). Un inmigrante africano entusiasta de la improvisación y el dron se une a dos guitarristas experimentales de Bilbao para hacer cuatro tracks de 15 minutos cada uno, en los que unen en collage enfermo, todo un desvarío afro-percusivo que va de la calma a la furia destructiva.
Contemplativos
1. Jóhann Jóhannson. Orphée (Islandia). Avezado compositor de scores cinematográficos, obsequia un conjunto de piezas de cuerdas mil, pianos clásicos, notas largas, paisajes sublimes, órganos eclesiales y algo de scratch digital. Álbum sereno y radiante, cual copo de nieve.
2. Roy Montgomery. RMHQ: Headquarters (Nueva Zelanda). Melancólico, este veterano de la experimentación graba una pieza conceptual de cuatro discos. R está lleno de guitarras lánguidas y cantos depresivos, cual folk beatnik. M es ruidoso y volátil, sucio, lo-fi. H es salvaje y sutil, como de spaghetti western con Cocteau Twins. Q es un viaje sideral cristalino y recóndito.
3. Julianna Barwick. Will (Estados Unidos). Ella es de Brooklyn, pero grabó el disco en varias ciudades de su país y en Portugal. Minimal en composición, mas no en belleza, brinda delicadas atmósferas ambient con pianos, sintetizadores, cellos y voces sin palabras. Idílico, boreal.