stamos a tres días de que concluya el plazo caprichoso impuesto a la Asamblea Constituyente para elaborar la primera carta magna de nuestra ciudad capital; quedan algunos temas aún por resolver, pero se avanza. La piedra de toque para saber si el resultado es bueno, malo o regular lo dará la ciudadanía con su opinión. En algunos de los debates, al tratar de justificar un texto que tomó puntos de vista de posiciones encontradas, mencioné que si algún diputado hiciera él solo toda la constitución se lograría un buen documento. Como ejemplo puse a mi compañero de bancada Jaime Cárdenas y a Porfirio Muñoz Ledo, quien encabezó el grupo redactor y ahora está en el lado parlamentario constitucionalista
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Esa hipótesis es imposible, la constitución está en manos de un colectivo heterogéneo, 100 diputados, 10 grupos parlamentarios, 60 electos, 40 designados, una exigencia de voto a favor de dos terceras partes de los presentes para aprobar un artículo o un párrafo; no menciono las diferencias internas en cada grupo.
Como se puede apreciar, que un grupo pueda imponer su propuesta, su ideario o sus criterios es prácticamente imposible; la Constitución se ha ido armando en las mesas de las comisiones, en los agitados debates y también en los encuentros en los pasillos y en pláticas apresuradas alrededor de los escaños.
A pesar de todo esto, desde mi punto de vista, la constitución va tomando un perfil progresista, los artículos aprobados son, por lo general, preceptos que apuntan hacia la justicia social, la democracia participativa, el reconocimiento de programas sociales y la ampliación de los derechos humanos.
El documento es extenso y su topografía intrincada; artículos, apartados, incisos, párrafos que, al menos para mí, parecen un laberinto o un rompecabezas. Los jóvenes asesores de Morena, Alfonso Mayo y José Ramón Puente, han formulado una lista de logros o avances que ya circula entre los 22 diputados del grupo. Para mis lectores de La Jornada escojo algunos dignos de mención.
En el capítulo de Principios generales se aprobó esta declaración: La Ciudad de México es intercultural, tiene una composición plurilingüe, pluriétnica y pluricultural, sustentada en sus habitantes, sus pueblos y barrios originarios y en sus comunidades indígenas. Fundada en la diversidad de sus tradiciones y expresiones sociales y culturales
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En Carta de derechos se planteó: La Ciudad de México contará con un sistema integral de Derechos Humanos
; se reconocen todas las estructuras manifestaciones y formas de comunidad familiar.”
Es importante esta resolución: “Las autoridades educativas de la Ciudad de México impartirán educación en todos los niveles y modalidades en los términos y las condiciones previstas en la Constitución federal y las leyes de la materia. Toda la educación pública será gratuita, laica, inclusiva, intercultural, pertinente y de calidad. Tenderá a igualar las oportunidades y disminuir las desigualdades; será democrática y contribuirá a la mejor convivencia humana.
Toda persona tendrá derecho al acceso, uso y desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación. Habrá acceso gratuito a Internet.
Se reconoce el derecho humano al agua y su gestión pública y sin fines de lucro. Se garantizará el carácter colectivo comunitario y participativo de los espacios públicos evitando su privatización. Se crea el sistema público de radiodifusión; se prohíbe la privatización de la recolección de residuos sólidos (basura) y se crea un órgano para el registro de la memoria de la ciudad. Se reconocen los derechos de afrodescedientes y se garantiza el carácter comunitario y participativo de los espacios públicos, prohibiendo su privatización.
Aún falta, pero avanzamos, en la ciudad somos mayoría, pero en la asamblea no; si concluimos, dejaremos una base para mejorar el documento en un futuro no lejano.