Comenzó la cosecha
ice el dicho que se cosecha lo que se siembra, que a las acciones corresponden reacciones y consecuencias, que lo que se haga en el presente tendrá efectos en el futuro, y así, hasta llegar a la frase de que el que siembra vientos recoge tempestades, o sea que mejor no moverse para seguir saliendo en la fotografía de lo establecido, no por la naturaleza humana, sino por aquellos que conociéndola aprovechan para manipularla y ejercer un poder de grupos, no de especie.
A lo manicómico del planeta, a la disposición de sus habitantes a trastornar la vida tergiversándola, explotándola y degradándola, a costa de todos los seres sintientes que la pueblan, hay que añadir el discreto desarrollo de la conciencia humana, gracias a ese torpe ejercicio del poder que entiende la educación como sometimiento y no como descubrimiento de las propias capacidades. Este concepto mezquino de educación se vale además de las tecnologías de información y comunicación para difundir y reforzar el falso conocimiento.
Extraña entonces que todavía nos asombremos del estado de descomposición que exhibe el planeta, atrapados los ancestrales dedos del miedo en la puerta de la alelada posmodernidad, que insiste en confundir imposición con globalización, vecindad con sometimiento, desarrollo colectivo con acumulación de algunos, libertad con fertilidad, contacto con tabletas, autoridad con cinismo, corrupción con impunidad, ideas con hábitos de consumo, espiritualidad con liturgia, televisión con educación.
Mal del mundo, consuelo de tontos. La frase es igual en todo el mundo
quiere atenuar el deterioro de la sociedad mexicana en los pasados 50 años y la omisión de los siete presidentes comprendidos en ese lapso, que no serán absueltos por la historia, entre otras muchas causas por no haber cumplido y hecho observar aquella noble, previsora y oportuna Ley Federal de Radio y Televisión, expedida en enero de 1960 por el mandatario Adolfo López Mateos. En breve, otorgar concesiones se volvió negocio y estrategia de sucesivos gobiernos.
Hace medio siglo México empezó a sembrar, a diario, las semillas de la irreflexión, la complicidad, la ambición, la desidia, la indiferencia y las pretensiones por decreto. Ha comenzado una estremecedora cosecha que nunca previmos. En manos de todos sigue estando evitar que la educación sea saboteada por la televisión comercial y sus socios.