res días después de que el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), José Ángel Gurría, presentó en Los Pinos el Estudio de la política turística de México, cinco personas fueron asesinadas y 15 más heridas en el Blue Parrot, centro de diversión de Playa del Carmen, Quintana Roo. Aunque inicialmente el gobierno estatal culpó de lo ocurrido a un pleito entre asistentes, fue la venganza de uno de los grupos que controlan el narcotráfico en Cancún y la Riviera Maya porque los dueños del citado negocio no pagaron derecho de piso. Quien no lo hace sufre las consecuencias. El diario Express, de Canadá, detalló que el Blue Parrot pertenece a dos ciudadanos de Quebec, uno de ellos relacionado con el crimen organizado de Montreal.
Un día después, sicarios balearon la sede norte de la fiscalía de Quintana Roo y el centro de control, cómputo y videovigilancia municipal, y crearon pánico en el principal centro turístico del país. Resultaron muertos un vigilante y tres delincuentes. Aunque las autoridades de Playa del Carmen y Cancún dijeron tener a los responsables de tan lamentables hechos, después quedaron en libertad por falta de pruebas.
Mientras el gobernador de Quintana Roo guarda silencio, las organizaciones empresariales no se atreven a denunciar lo que es vox populi en la entidad: el crimen organizado lleva años exigiendo dinero a los propietarios de bares, restaurantes y antros, principalmente. La ley del silencio se impone por miedo a represalias. Pero la agencia antidrogas de Estados Unidos y la Procuraduría General de la República aseguran que a Quintana Roo se lo disputan los cárteles del Golfo, Zetas, Sinaloa y Jalisco Nueva generación, además de grupos locales, como Los Pelones y el cártel de Cancún. Y como sucede en otras partes, los responsables de combatirlos les brindan protección. No debe extrañar entonces que se señale a la policía estatal de cubrir
el ataque al Blue Parrot, donde presuntamente murió el jefe de Los Zetas en Playa del Carmen. En respuesta, vino el ataque a instalaciones oficiales en Cancún.
Estos lamentables hechos borraron la pomposa presentación del estudio de la OCDE sobre el turismo en México. La encabezó el presidente Enrique Peña Nieto con los funcionarios responsables del sector y los más importantes empresarios del ramo. Junto con las remesas de los mexicanos que trabajan en el exterior, el turismo genera el mayor ingreso de divisas. Si bien Gurría habló del buen momento que México vive por la afluencia de visitantes, mencionó las fallas y carencias que en materia de políticas públicas arrrastra el turismo.
Nada nuevo, pues desde hace años se ha criticado privilegiar los destinos de sol y playa, cuando somos una potencia en biodiversidad y microclimas, con una herencia cultural de primer orden y paisajes únicos. Además, el crecimiento de los polos turísticos ha ido acompañado de marginalidad, desigualdad y destrucción de ecosistemas básicos para contrarrestar los efectos del cambio climático. Como sucede con los manglares, humedales y corales. Es escaso el apoyo al turismo de la naturaleza, que en otros países es importante fuente de ingresos y empleo. Además, en el estudio se critica la falta de apoyo a los pequeños empresarios y la carencia de un transporte más integrado que facilite la movilidad del visitante en el interior del país.
Un ejemplo de los absurdos en este campo es no construir una moderna vía férrea que comunique los 120 kilómetros de la Riviera Maya, prestando sus servicios a Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum y sitios intermedios. Esa franja litoral dispone de 90 mil cuartos de hotel y genera 35 por ciento de las divisas por turismo exterior. Se dejó el campo libre a la industria automotriz trasnacional en perjuicio del medio ambiente y la economía de miles de trabajadores y visitantes.
Como con otros estudios de la OCDE, en el caso del turismo si bien nos va se atenderán las recomendaciones más fáciles de cumplir. Las fundamentales caen en el olvido una vez terminada la ceremonia de presentación y los discursos alusivos. En cuanto a Quintana Roo, queda la marginación social (caldo de cultivo de los grupos criminales), la corrupción y la impunidad, cuyo mejor ejemplo es ex gobernador Roberto Borge.